Intervención del Embajador Samuel Moncada durante el Debate Abierto sobre la Paz y la Seguridad mediante la Diplomacia Preventiva.

Es un honor para la República Bolivariana de Venezuela hacer uso de la palabra en nombre de las delegaciones de Argelia, Angola, Belarús, Bolivia, Camboya, China, Cuba, la República Popular Democrática de Corea.

En nombre del

 

“Grupo de Amigos en Defensa de la Carta de las Naciones Unidas”

 

Durante el Debate Abierto del Consejo de Seguridad sobre “La Paz y la Seguridad mediante la Diplomacia Preventiva:

 


Un Objetivo Común de Todos los Órganos de la ONU

 

Nueva York, 16 de noviembre de 2021

 

Señor Presidente,

 

Es un honor para la República Bolivariana de Venezuela hacer uso de la palabra en nombre de las delegaciones de Argelia, Angola, Belarús, Bolivia, Camboya, China, Cuba, la República Popular Democrática de Corea, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Irán, Laos, Nicaragua, el Estado de Palestina, Rusia, San Vicente y las Granadinas, Siria, Zimbabue, y la suya propia, miembros todos del “Grupo de Amigos en Defensa de la Carta de las Naciones Unidas”.

 

Agradecemos a la Delegación de México por la convocatoria de este Debate Abierto, así como sus esfuerzos por elaborar la Nota Conceptual contenida en el documento S/2021/888 que sirve para orientar nuestras discusiones del día de hoy. Asimismo, expresamos nuestro agradecimiento al Presidente de la Asamblea General, al Presidente del Consejo Económico y Social (ECOSOC), al Presidente de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), y al Secretario General por sus valiosas presentaciones.

 

Señor Presidente,

 

El Grupo de Amigos considera que la Carta de las Naciones Unidas es un hito y un verdadero acto de fe en lo mejor de la humanidad. Es el código de conducta que ha regido las relaciones internacionales entre Estados por los últimos setenta y seis años, sobre la base de principios atemporales; tales como la autodeterminación de los pueblos, la igualdad soberana de los Estados, la no intervención en los asuntos internos de los Estados, y la abstención de la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado. Todas éstas son normas y principios básicos que, además de ser la base del derecho internacional, siguen siendo hoy tan relevantes como en 1945.

 

Asimismo, consideramos que asegurar, el cumplimiento y el estricto apego tanto a la letra como al espíritu de la Carta de las Naciones Unidas es fundamental para asegurar la realización de los tres pilares de nuestra Organización, así como para avanzar hacia el establecimiento de un mundo más pacífico y próspero y de un orden mundial verdaderamente justo y equitativo.

 

En este contexto, expresamos nuestra seria preocupación ante las actuales y crecientes amenazas contra la Carta de las Naciones Unidas, las cuales son la motivación y razón de la existencia de nuestro grupo. Nos referimos, entre otros, al creciente recurso al unilateralismo; a los ataques contra el multilateralismo; a las pretensiones de excepcionalismos inexistentes; a los intentos por ignorar e incluso sustituir los propósitos y principios consagrados en la Carta de la ONU por un nuevo conjunto de supuestas “reglas” que nunca han sido discutidas de manera inclusiva o transparente; y a enfoques selectivos o interpretaciones acomodaticias de las disposiciones de la Carta de la ONU.

 

Estas prácticas no contribuyen en nada al abordaje, a través de medios pacíficos y de la cooperación, de los desafíos complejos, emergentes y comunes a los que se enfrenta hoy la humanidad. Muy por el contrario, contribuyen a aumentar la incertidumbre, la desconfianza, la inestabilidad y las tensiones en todo el mundo.

 

Señor Presidente,

 

El Grupo de Amigos coincide en que la prevención está en el centro de las Naciones Unidas, tal y como se refleja en nuestra promesa de preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra y, para ello, tanto el Consejo de Seguridad como las Naciones Unidas en su conjunto tienen una responsabilidad, tal y como se contempla en el Artículo 1.1. de la Carta, que prevé la adopción de «medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz».

 

La búsqueda de la paz es, en efecto, una aspiración común de la humanidad y un noble ideal que debe ser una prioridad para todo el Sistema de las Naciones Unidas y para la comunidad internacional en su conjunto. De allí que apoyamos decididamente los esfuerzos en ese sentido. No obstante, advertimos sobre la invocación de los ideales de la prevención para interferir en los asuntos internos de los Estados o para socavar su soberanía, su independencia política o el derecho a la autodeterminación de sus pueblos, incluso recurriendo al uso o a la amenaza del uso de la fuerza contra su integridad territorial. Estos enfoques aventureros no sólo contravienen la letra y el espíritu de la Carta, sino que también tienen el potencial de socavar la credibilidad de las Naciones Unidas. En este contexto, subrayamos la responsabilidad primordial de los Estados para prevenir los conflictos y garantizar el bienestar y la protección de sus pueblos.

 

Es importante destacar que la prevención se debe basar en las herramientas que brinda la Carta de las Naciones Unidas, en particular aquellas referidas en el Capítulo VI sobre el Arreglo Pacífico de Controversias. En este sentido, también debemos entender que no existe una solución única para todas las situaciones y que, si realmente estamos de acuerdo con la premisa de que no hay paz sin desarrollo y no hay desarrollo sin paz, entonces las causas raigales y los factores estructurales que impulsan las crisis o los conflictos deben abordarse de manera integral y eficaz, en interés de la paz y la estabilidad mundiales.

 

Las medidas coercitivas unilaterales de carácter económico, financiero o comercial, ajenas al derecho internacional y a la Carta de las Naciones Unidas, impiden la plena consecución del desarrollo económico y social, especialmente en los países en desarrollo, y tienen un impacto negativo en el disfrute y la realización plena de los derechos humanos. Estas acciones arbitrarias y enfoques unilaterales, en otras palabras, no sólo fomentan las condiciones para la pobreza y la desigualdad, sino que también representan un ataque deliberado contra el derecho al desarrollo. La injerencia en los asuntos internos y soberanos de los Estados, sumada a la imposición de las llamadas sanciones, además de representar una violación masiva de los derechos humanos y de producir gran sufrimiento y dolor en pueblos enteros, fomentan la exacerbación deliberada de los conflictos y las crisis.

 

Por lo tanto, todos los órganos de las Naciones Unidas, el Sistema de las Naciones Unidas en general y la comunidad internacional en su conjunto deben rechazar en todo momento la promulgación y aplicación, en cualquier circunstancia y, precisamente, en aras de la prevención, en particular en aquellas situaciones de conflicto, de estas medidas ilegales. Deben llamar a su completa e inmediata terminación, conscientes de que se han convertido en factores estructurales y motores fundamentales de las crisis contemporáneas.

 

Para concluir, el Grupo de Amigos se compromete a no escatimar esfuerzos para preservar, promover y defender la prevalencia y la validez de la Carta de las Naciones Unidas. Reiteramos nuestra posición firme y de principios de apoyo y adhesión a sus propios principios, que no sólo son las normas jurídicamente vinculantes y acordadas por todos los miembros de la comunidad internacional para regir nuestro sistema de relaciones internacionales, sino que también son indispensables para fomentar la paz y la seguridad internacionales, el estado de derecho, el desarrollo económico y el progreso social. No debemos perder de vista ésto, mientras nos movilizamos para redoblar nuestros esfuerzos colectivos para avanzar nuestra agenda común y garantizar que nadie se quede atrás, mientrás cumplimos la promesa contenida en la Carta con «Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas».

 

Muchas gracias, Señor Presidente.