Alex Saab es un pilar de la resiliencia y la resistencia de Venezuela

«Estimado Primer Ministro, mi nombre es Alex Nain Saab Morán y llevo ya 57 días detenido ilegalmente en su país, mientras espero la revisión de una solicitud de extradición infundada y políticamente motivada, hecha por Estados Unidos. Me veo obligado a escribirle dada la gran injusticia que se ha cometido».

 

Así comienza una carta escrita por el Enviado Especial venezolano y Embajador Alterno ante la Unión Africana, Alex Saab, dirigida al primer ministro de Cabo Verde, Ulises Correia e Silva, el 10 de agosto de 2020, en la que le suplica que reexamine su ilegal detención.

 

Sin embargo, ya han transcurrido tres años desde el secuestro de Alex Saab entre Cabo Verde y Estados Unidos, y las cosas parecen no haber hecho más que empeorar, a pesar de su valiente contribución al bienestar de los venezolanos y la falta de evidencias que impliquen a Saab en hechos delictivos.

 

A pesar de su inmunidad diplomática y la ausencia de una orden de Interpol, Alex Saab fue encarcelado en Cabo Verde el 12 de junio de 2020, ante la asombrosa incredulidad de muchas personas decentes y respetuosas de la ley, tanto en Venezuela como en el resto del mundo.

 

Para comprender plenamente la ilegalidad e injusticia del secuestro de Saab en Cabo Verde –y posteriormente, su ilegal extradición a Estados Unidos– basta con observar los viles ataques que Estados Unidos ha infligido en contra de Venezuela, con el objetivo de cambiar el régimen. Éstos han tenido lugar formalmente desde 2015, cuando el expresidente Barack Obama decretó absurdamente que Venezuela era una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de su país.

 

Leamos directamente algunos extractos de los responsables políticos, asesores y ejecutores del Gobierno estadounidense que han pedido «máxima presión» contra Venezuela.

 

En su libro “La amenaza: cómo el FBI protege a los Estados Unidos en la era del terror y de Trump”, el exdirector del FBI, Andrew McCabe, afirmó que «ese es el país contra el que deberíamos ir a la guerra [Venezuela]. Tienen todo ese petróleo y están justo en nuestra puerta trasera».

 

Aunque el expresidente estadounidense Donald Trump insinuó en 2017 que estaría dispuesto a enfrentarse militarmente a Venezuela, cuando dijo ominosamente que todas las opciones estaban sobre la mesa, la realidad es que Estados Unidos ha optado por formas más sutiles, pero igualmente nefastas, de causar estragos en Venezuela a través de estrategias de guerra híbrida y de cuarta generación.

 

En su libro «La guerra del Tesoro», Juan Zárate, principal arquitecto de la guerra financiera moderna y antiguo funcionario del Departamento del Tesoro y de la Casa Blanca, afirmó que «EEUU ha emprendido una nueva clase de guerra financiera, sin precedentes en su alcance y eficacia».

 

Se trata de bloquear y sancionar a Venezuela para alcanzar objetivos geopolíticos estadounidenses. Como dijo el exembajador de EEUU en Venezuela, William Brownfield: «Debemos ver la situación venezolana como una agonía, una tragedia que va a seguir produciendo el fin y, si podemos hacer algo para acelerarlo, debemos hacerlo».

 

La declaración del asesor presidencial estadounidense, Richard Nephew, quien afirmó que “el propósito de sancionar es generar dolor», la cual aparece en su libro «El arte de las sanciones», ejemplifica claramente la crueldad y las malas intenciones detrás de tales medidas.

 

El pueblo venezolano ha tenido que soportar y sufrir las consecuencias de los designios regionales de Estados Unidos con respecto a Venezuela. De hecho, los economistas estadounidenses Mark Weisbrot y Jeffrey Sachs, del Centro de Investigación Económica y Política (CEPR, por sus siglas en inglés), elaboraron un informe, en el que se afirmaba que aproximadamente 40 mil muertes en Venezuela entre 2017 y 2018 fueron el resultado de las sanciones estadounidenses.

 

Además, en 2021, la relatora especial de la ONU sobre el impacto negativo de las medidas coercitivas unilaterales en el disfrute de los derechos humanos, la doctora Alena Douhan, visitó Venezuela y emitió un informe, donde explicaba que las sanciones han tenido «un efecto devastador en toda la población, especialmente en quienes viven en la pobreza, las mujeres, los niños, los ancianos, las personas con discapacidad o con enfermedades crónicas o potencialmente mortales, y la población indígena. Ningún estrato de la sociedad ha quedado indemne», concluyó.

 

Curiosamente, Douhan también explica en su informe que «88% de los hogares recibieron alimentos suplementarios a través de las ‘cajas CLAP’ en diciembre de 2020». Añade que «los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción) son un programa establecido por el Gobierno (venezolano) en 2017, en respuesta a las consecuentes sanciones y la escasez de alimentos».

 

Fue en este trágico contexto de intromisión y prolongadas sanciones y guerra económica de EEUU contra Venezuela donde Alex Saab entró en juego. Específicamente, Saab fue clave en la implementación del programa CLAP en Venezuela, que como afirmó la Relatora Especial de la ONU marcó una diferencia sustancial en la salvaguarda de la población venezolana contra las sanciones.

 

En efecto, Alex Saab fue nombrado diplomáticamente Enviado Especial en 2018, con el claro mandato de procurar humanitariamente bienes y servicios esenciales, principalmente alimentos para el programa CLAP, pero también insumos, maquinarias y equipos necesarios para sortear las cerca de mil medidas coercitivas unilaterales contra Venezuela, que se tradujeron en la caída en picada de los ingresos anuales venezolanos de 56 mil millones de dólares estadounidenses a apenas 700 millones. Esto supone una pérdida cercana al 99% de los ingresos reales de la nación.

 

Como experimentado emprendedor y empresario, Alex Saab era la persona clave para desempeñar esta labor diplomática. De hecho, en 2011, durante el gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez, Saab prestó sus servicios en la construcción de viviendas sociales, a través de la Gran Misión Vivienda Venezuela, un programa emblemático de la Revolución Bolivariana que hasta la fecha ha construido más de 4.000.000 de hogares.

 

De esta manera, el Enviado Especial inició un recorrido por el mundo para conseguir los tan necesarios alimentos, medicinas y equipos que eran negados a Venezuela. No olvidemos que el secuestro de Alex Saab se produjo en plena pandemia por la Covid-19. Incluso, en ese momento, Estados Unidos y otros países impidieron deliberadamente que Venezuela accediera a vacunas y otros equipos médicos.

 

De hecho, el éxito de Alex Saab fue tan rotundo en la adquisición de bienes y servicios humanitarios claves para el pueblo venezolano, que los poderosos artífices que apostaban por el desplome de Venezuela fueron quienes orquestaron su secuestro en Cabo Verde, donde su avión hizo escala para repostar combustible de camino a Irán.

 

Hasta ese momento, la Interpol no había emitido orden de detención alguna en contra de Alex Saab. Cuando tardíamente, al día siguiente, el 13 de junio de 2020, la Interpol emitió una orden de detención, ésta vino bajo el nombre de otra persona.

 

Además, de acuerdo a los artículos 29 y 40 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, ningún diplomático puede ser objeto de arresto o detención alguna, ni siquiera si se encuentran en tránsito en un tercer país, como fue el caso de Alex Saab cuando hizo escala en Cabo Verde.

 

Sin embargo, por si fuera poco, en la víspera de Navidad del año 2022, a pesar de todas las pruebas a su favor, un juez de Miami desestimó el estatus diplomático de Alex Saab.

 

No obstante, hemos de recordar que el propio exsecretario de Defensa de EEUU, Mark Esper, disipó cualquier duda al afirmar, en su libro «Juramento sagrado», que «bajo la dirección de Maduro, Saab habría estado en misión especial para negociar un acuerdo con Irán para que Venezuela recibiera más combustible, alimentos y suministros médicos».

 

Los procedimientos ilegales en contra de Saab no terminan aquí, especialmente en relación con su extradición a Estados Unidos, ya que entre ese país y Cabo Verde no existe tratado de extradición. Además, la extradición de Saab se produjo sin notificación previa a su equipo jurídico.

 

Por si fuera poco, Alex Saab ha sufrido violaciones a sus derechos humanos. Ha sido torturado y no se le ha permitido ver a sus médicos, a pesar de ser paciente oncológico. Tampoco se ha permitido que su esposa e hijos lo visiten.

 

Basándose en estas injusticias y violaciones, el Tribunal de Justicia de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) -de la que Cabo Verde es miembro- dictaminó que Cabo Verde tenía que liberar a Alex Saab, evitar su extradición y otorgarle 200 mil dólares estadounidenses como parte de la indemnización por su ilegal detención y encarcelamiento. Sin embargo, Cabo Verde hizo caso omiso de las decisiones vinculantes de la CEDEAO.

 

El caso de Alex Saab es un claro reflejo del desprecio de Estados Unidos por el Derecho Internacional. Además, la aplicación extraterritorial de las leyes estadounidenses tiene consecuencias desastrosas para el multilateralismo y la armonía de las naciones soberanas y sus relaciones mutuas. Pero lo que es más importante, al igual que en el caso de Julián Assange, el mensaje implícito de Estados Unidos es que ellos están dispuestos a llegar a cualquier extremo para para castigar severamente a quienes se atrevan a no acatar sus medidas coercitivas unilaterales e ilegales -como ha sido el caso de Alex Saab-, las cuales tienen consecuencias reales que ponen en peligro la vida de cualquier persona en todo el mundo.

 

Como dijo el propio Alex Saab en una carta al pueblo de Venezuela el 12 de agosto de 2021: «Lo que me pasó a mí hoy le puede pasar a cualquier persona mañana».

 

*Embajador de Venezuela en Trinidad y Tobago