A 195 años del Congreso Anfictiónico de Panamá: Independencia, Igualdad y Unión Bolivariana

Hoy, hace 195 años culminan las sesiones del Congreso Anfictiónico de Panamá; un hito histórico, que nos da la verdadera escala continental y mundial, que tiene el legado del Libertador Simón Bolívar. Esta primera reunión de los pueblos libres americanos, es el resultado de una sostenida estrategia diplomática de Bolívar quien, en palabras del maestro antropólogo e historiador, Miguel Acosta Saignes, desde Panamá impulsa la construcción de la “Utopía para el equilibrio del Universo”, que tiene en su centro en el fortalecimiento de una América Independiente y Unida.

En la unión de nuestros pueblos, encontramos la idea eterna que el Libertador propone al Mundo y uno de los principales motivos que llevaron a su accionar revolucionario y libertario, más allá de las fronteras venezolanas, más allá de los campos de batalla y más allá de su tiempo histórico.

La unidad de América entendida, como proyecto de emancipación de las colonias del Imperio español, nace a finales del siglo XVIII, en el pensamiento del Precursor y Generalísimo Francisco de Miranda, que llama Colombia, a este nuevo gran país, que surgiría entre el río Grande y la Patagonia.

En adelante, la lucha por la unión de todas las antiguas colonias españolas, se convierte en uno de los fundamentos de la Revolución Independentista, que comienza en Venezuela y América, aquel memorable 19 de abril de 1810. Es así como, inspirado por la ideas de Miranda, Bolívar propone por primera vez la lucha desde la Unidad Americana, en sus escritos publicados en el diario inglés The Morning Chronicle, a finales de ese año. Tiempo después, ya convertido en uno de los jefes de la causa patriota, en el manifiesto, que escribe desde Cartagena en 1812, una vez perdida la primera República venezolana, Bolívar propone la unión de Venezuela y la Nueva Granada, para consolidar un frente común contra el enemigo. Esta fórmula resulta ser exitosa y da la victoria a la Campaña Admirable, que lo hace el Libertador de nuestra Patria en 1813.

Cuando la República cae nuevamente al año siguiente, Bolívar está de regreso en las tierras neogranadinas y en una proclama a los soldados venezolanos, que están apostados en Pamplona, sintetiza la esencia de un pensamiento de avanzada, que se convertirá en una doctrina geopolítica de gran vigencia actual, cuando el afirma, el 12 de noviembre de 1814: “Para nosotros, la Patria es la América; nuestros enemigos, los españoles; nuestra enseñanza, la Independencia y la Libertad.”

Sin embargo, es en la Carta de Jamaica de 1815, donde esboza por primera vez, la propuesta del Congreso que se reuniría en Panamá once años más tarde. En este célebre documento, que constituye un profundo análisis de situación de la emancipación americana y su futuro desarrollo, Bolívar sostiene: “Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo Mundo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que hayan de formarse (…) ¡Qué bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto Congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras tres partes del mundo.”

La unión entre los pueblos hace posible que el Libertador organice dos expediciones navales en 1816, con el apoyo del presidente de la Primera República de Nuestra América, el líder haitiano Alejandro Petión. Al año siguiente las fuerzas patriotas, fortalecidas y bajo el comando de Bolívar, toman la ciudad de Angostura, una plaza fuerte que constituirá el epicentro de las acciones de los republicanos.

Mientras organiza la convocatoria para un nuevo Congreso en Venezuela y planifica las operaciones militares en el Centro y los llanos de país, Bolívar, nunca abandona la amplia perspectiva del conjunto americano y el 12 de junio de 1818, escribe a Juan Martín Pueyrredón, Director de las Provincias Unidas del Río de la Plata: “… nosotros nos apresuraremos, con el más vivo interés, a entablar, por nuestra parte, el pacto americano, que presente la América al mundo con un aspecto de majestad y grandeza sin ejemplo en las naciones antiguas. La América así unida, si el cielo nos concede este deseado voto, podrá llamarse la reina de las naciones, y la madre de las repúblicas. Una sola debe ser la patria de todos los americanos, ya que en todo hemos tenido una perfecta unidad.”

La Unidad se convierte en uno de los temas centrales del Discurso que el Libertador da a los miembros del Congreso reunido en Angostura, el 15 de febrero de 1819. En esta oportunidad, presenta un proyecto de Constitución, que se fundamenta en la garantía de la igualdad establecida y practicada, la educación popular, la abolición de la esclavitud y, en definitiva, la mayor suma de felicidad posible para el pueblo.

Ahora bien todo esto sería posible en el marco de una gran Nación y así lo sostiene Bolívar cuando afirma: “La reunión de Nueva Granada y Venezuela en un grande Estado ha sido el voto uniforme de los Pueblos y Gobiernos de estas Repúblicas. La suerte de la guerra ha verificado este enlace tan anhelado por todos los Colombianos; de hecho estamos incorporados. Estos pueblos hermanos ya os han confiado sus intereses, sus derechos, sus destinos. Al contemplar la reunión de esta inmensa comarca, mi alma se remonta a la eminencia que exige la perspectiva colosal, que ofrece un cuadro tan asombroso. Volando por entre las próximas edades, mi imaginación se fija en los siglos futuros, y observando desde allá, con admiración y pasmo, la prosperidad, el esplendor, la vida que ha recibido esta vasta región, me siendo arrebatado y me parece que ya la veo en el corazón del universo, extendiéndose sobre sus dilatadas costas, entre esos océanos que la naturaleza había separado, y que nuestra Patria reúne con prolongados y anchurosos canales. Ya la veo servir de lazo, de centro, de emporio a la familia humana; ya la veo enviando a todos los recintos de la tierra los tesoros que abrigan sus montañas de plata y de oro; ya la veo distribuyendo por sus divinas plantas la salud y la vida a los hombres dolientes del antiguo universo; ya la veo comunicando sus preciosos secretos a los sabios que ignoran cuán superior es la suma de las luces, a la suma de las riquezas, que le ha prodigado la naturaleza. Ya la veo sentada sobre el Trono de la Libertad, empuñando el cetro de la Justicia, coronada por la Gloria, mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo moderno.”

Acá radican los fundamentos espirituales, productivos, territoriales y políticos que dan origen a la gran República de Colombia, que nace tras la campaña militar que libera a la Nueva Granada en 1819 y la posterior promulgación de la Ley Fundamental, a finales de ese mismo año.

En 1820 la Unión Colombiana, alcanza una representativa victoria diplomática, cuando suscribe con el reino español, los Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra, que son referentes del Derecho Público Americano y el Derecho Internacional Humanitario. En este proceso, Colombia es reconocida de facto como una nación Independiente, lo que significa, aún en la actualidad, un magnífico logro de la política unitaria que encabeza el Libertador.

La aplastante derrota sufrida por el ejército de ocupación del rey Fernando VII en el Campo de Carabobo el 24 de junio de 1821, no sólo abre la puerta para la liberación definitiva del sur del continente americano, sino además acerca la posibilidad de reunir a la Confederación de naciones, propuesta por el Bolívar seis años atrás.

En los siguientes cinco años la marcha de la Revolución Independentista será indetenible. Para 1822, las victorias en las batallas de Bomboná y Pichincha, marcan la Independencia de las ciudades de Quito y Guayaquil, y de todo el país que hoy conocemos como Ecuador. Al comienzos de ese año el Libertador, en un oficio que dirige al líder patriota chileno, Bernardo O’ Higgins, caracteriza el momento histórico que vive América y señala la misión que aún está por cumplirse: “De cuantas épocas señala la historia de las naciones americanas, ninguna es tan gloriosa como la presente, en que desprendidos los imperios del Nuevo Mundo de las cadenas que desde el otro hemisferio les había echado la cruel España, han recobrado su libertad, dándose una existencia nacional. Pero el gran día de la América no ha llegado. Hemos expulsado a nuestros opresores, roto las tablas de sus leyes tiránicas, y fundado instituciones legítimas: más todavía nos falta poner el fundamento del pacto social, que debe formar de este mundo una nación de Repúblicas.”

También durante ese año de 1822, la República de Colombia, fija otro precedente de gran importancia, con la firma los pactos de Unión, Liga y Confederación que se suscriben con Perú, Chile, México y Centroamérica. A medida que avanzan las tropas del Ejército Libertador, América va encontrándose, tomando como fundamentos el respeto entre iguales, la defensa de la soberanía y la solidaridad de los pueblos.

Al año siguiente con las batallas en el Lago de Maracaibo y Pasto, los patriotas acaban con los últimos reductos españoles en el territorio Colombiano. En este contexto, Bolívar analiza una propuesta de Confederación Americana que ha llegado a Buenos Aires, a través de Lisboa. Este plan contempla la participación de los ingleses y los norteamericanos, como una forma velada de intervenir, utilizando como exclusa, el temor al avance de la Santa Alianza europea.

El Libertador ve con recelo estas intenciones y así lo comenta en una carta que envía al revolucionario argentino Bernardo Monteagudo, que firma el 5 de agosto de 1823, donde apunta categóricamente: “Luego que la Inglaterra se ponga a la cabeza de esta liga seremos sus humildes servidores, porque formando una vez el pacto con el fuerte, ya es eterna la obligación del débil. Todo bien considerado, tendremos tutores en la juventud, amos en la madurez y en la vejez seremos libertos.”

Finalmente en 1824 Bolívar convoca al Congreso Anfictiónico que se reunirá en Panamá dos años más tarde. Luego de la victoria en Junín y a dos días de la batalla de Ayacucho, que hará libre del reino español a Perú y dará nacimiento a Bolivia, el Libertador firma una comunicación que dirige a los gobiernos de las Repúblicas de Colombia, México, Río de la Plata, Chile y Guatemala. En este documento, afirma: “Después de quince años de sacrificios consagrados a la libertad de América por obtener el sistema de garantías que, en paz y guerra, sea el escudo de nuestro nuevo destino, es tiempo ya que los intereses y las relaciones que unen entre sí a las repúblicas americanas, antes colonias españolas, tengan una base fundamental que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernos.”

Bolívar cierra esta comunicación haciendo una valoración histórica de la reunión que está por acontecer: “El día que nuestros plenipotenciarios hagan el canje de sus poderes, se fijará en la historia diplomática de América una época inmortal. Cuando, después de cien siglos, la posteridad busque el origen de nuestro derecho público y recuerde los pactos que consolidaron su destino, registrarán con respeto los protocolos del Istmo. En él encontrarán el plan de las primeras alianzas, que trazará la marcha de nuestras relaciones con el universo. ¿Qué será entonces del Istmo de Corinto comparado con el de Panamá?”

Con el Congreso Anfictiónico de Panamá, el Libertador posiciona a nivel internacional, a las naciones americanas que, tras trescientos años de colonialismo, han comenzado a labrar un camino propio, a partir del fortalecimiento de la unidad, la hermandad y la ayuda recíproca entre los pueblos.
Igualmente planteó la necesidad imperiosa de asegurar la Independencia de aquellas colonias que, para el momento, se mantenían bajo el poder del Imperio español, como era el caso de Cuba y Puerto Rico.

Tomando en cuenta la postura adoptada por los reinos europeos y los Estados Unidos de Norteamérica (EE. UU.) el planteamiento estratégico del Libertador gira en torno a tres grandes líneas de acción: 1.- Conformar un ejército multinacional para la defensa, 2.- Impulsar una política exterior de igual a igual y 3.- Reunir periódicamente un Congreso Americano.

Cuatro naciones americanas enviaron plenipotenciarios a Panamá. La representación de Perú integrada por Manuel Vidaurre y José María Pando (quien fue sustituido luego por Manuel Pérez de Tudela) arribó a Panamá en junio de 1825. Por su parte Pedro Gual y Pedro Briceño Méndez, delegados de Colombia, llegaron al Istmo a finales de ese mismo año. Desde Centroamérica (actuales Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Costa Rica) Antonio Larrazábal y Pedro Molina se hicieron presentes en marzo de 1826. Luego en junio de ese año, la delegación mexicana, integrada por José Mariano Michelena y José Domínguez, se instaló en Panamá.

En cuanto a Bolivia, recién constituida como Nación, José María Mendizábal y a Mariano Serrano fueron designados como representantes, pero no lograron asistir. El Imperio de Brasil, que se mantenía neutral ante las monarquías europeas y las naciones americanas, fue invitado como observador. La Corte Real, instalada en Río de Janeiro, comisionó a Theodoro José Biancardi, quien finalmente no estuvo presente.

El gobierno de Chile presidido por Ramón Freire Serrano no mostró interés en la propuesta de Bolívar y Gaspar Rodríguez de Francia, caracterizado por una férrea postura aislacionista, rechazó todo vínculo diplomático y Paraguay no fue convocada al Congreso Anfictiónico. Por su parte, el gobierno de las Provincias Unidas de la Plata, aunque enfrentó el rechazo del Parlamento, logró encargar la misión a José Miguel Díaz, pero tampoco asistió al encuentro en el Istmo.

Europa se hizo presente, a través de los observadores Edward J. Dawkins de Inglaterra y el coronel holandés Jan Verveer. Invitados por el Vicepresidente de Colombia Francisco de Paula Santander y el presidente de México Guadalupe Victoria, los EE. UU., nombraron a dos delegados Richard Anderson (fallece en el trayecto) y John Sergeant, quien no llegó a tiempo a Panamá.

El Congreso Anfictiónico de Panamá se instaló el 22 de junio de 1826 y sesionó hasta el 15 de julio de 1826. Los países participantes suscribieron el Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua, que pone acento en temas como la defensa común, el mantenimiento de la amistad y la abolición de toda forma de esclavitud. Al finalizar las sesiones, sus actividades fueron diferidas y trasladadas a Tacubaya, México, pero nunca se reanudaron. Finalmente, este importante espacio, que fue pionero de las relaciones internacionales americanas, se disolvió en 1828.

Hoy, a 195 años, podemos afirmar con orgullo que este “augusto Congreso”, convocado siguiendo los principios de Independencia Absoluta, Igualdad entre naciones y Unión americana; que constituyen las bases del pensamiento y accionar, como líder continental, del Libertador Simón Bolívar, ha encontrado su vía de realización histórica en la Revolución Bolivariana, que encabeza el Comandante Hugo Chávez a partir de 1998.

Para finalizar esta intervención, citamos sus palabras en el acto de instalación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el 3 de diciembre de 2011: “Hasta cuándo vamos a ser nosotros la periferia atrasada, explotada y mancillada. Estamos poniendo aquí la piedra fundamental de la unidad, la independencia y el desarrollo Sudamericano. Vacilar sería perdernos. Avancemos sin vacilación, que este es el camino. La unidad, la unidad, la unidad. Solo la unidad nos hará libres, independientes.”

Alejandro López
Presidente del Centro de Estudios Simón Bolívar
Caracas. Panteón Nacional, 15 de julio de 2021