Nos dueles, Colombia

Desde hace más de 200 años hemos compartido con la hermana Colombia, los ideales de nuestro Padre Simón Bolívar, gigante que defendió la unión e integración para vencer a las fuerzas imperiales.

El sueño utópico de “La Gran Colombia”, fue traicionado y mutilado por la oligarquía bogotana que tiene como referente y líder histórico a Francisco de Paula Santander, máximo promotor de una doctrina caracterizada por la traición, el uso de la violencia política, la intriga y la profundización de una enorme brecha entre los intereses de una pequeña élite y los del pueblo.

Larga ha sido esta dinámica social y política opresora que no ha hecho más que convertirse en una contradicción histórica entre las demandas que exigen las grandes mayorías y los intereses que defienden ese pequeño grupo que se mantiene en el poder, y que hoy, se enfrentan a lo que ya es innegable, el deterioro de un modelo neoliberal fallido.

No existe otro pueblo que haya sufrido más los embates de la lucha del poder y la violencia, que el pueblo colombiano. Más de seis décadas tratando de resistir al conflicto armado que ha dejado más de 9 millones de víctimas, a los crímenes organizados, masacres, etnocidios contra las comunidades indígenas, persecución, desaparecidos, desempleo y la desigualdad que se incrementa cada año, alcanzando el 34,1% de pobreza, y a la narco-política uribista dirigida hoy, por el Gobierno de Iván Duque, siendo este último el detonante que se suma al descontento popular.

Un Estado fallido con nueve bases militares de EE.UU. en su territorio que amenazan y agreden a los países vecinos, incluyendo a Venezuela. Militares que han cometido violaciones sexuales, profundizan el negocio de la droga y convierten a Colombia en el mayor productor de cocaína, con el récord del 70% de la producción mundial, según el Informe Mundial de las Drogas 2019 de la ONU.

Sumado a todas estas calamidades, agregamos la crisis sanitaria que viven producto del mal manejo de la Pandemia del Covid-19 por parte del Estado. Una situación dolorosa que ha cobrado hasta la fecha más de 79 mil vidas de hermanos y hermanas, provocando alerta roja en el país.

Cúanta sangre derramada, cuánto sufrimiento tiene que resistir Colombia, para que se pueda abrir espacio a los cambios radicales de la estructura política, social y económica que demandan las grandes mayorías.

Las protestas y el levantamiento popular que se viven en ese país no son más que la esperanza de millones de hombres y mujeres que llevan años luchando por los derechos humanos de los 571 líderes sociales asesinados (solo en la gestión de Duque), de las víctimas de las bandas criminales, de las 7,7 millones personas que han tenido que desplazarse internamente por la guerra.

En Venezuela hoy y siempre, hemos abrazado la causa de la Paz para este país bolivariano, defiendo el derecho que tienen a tener un Estado que les garantice los derechos fundamentales, respaldando los tratados por el cese del conflicto armado que tanto daño ha causado.

La paz de Colombia es la paz de Venezuela, es la paz de todo un continente, por ello les enviamos fuerzas y nuestra infinita solidaridad.

¡Venezuela está con ustedes, hermanos y hermanas! ¡SOS COLOMBIA!