La Casa Amarilla. El incendio de 1989

La mañana del 21 de abril de 1989, un incendio de considerables proporciones arrasó el área norte del segundo piso de la Casa Amarilla. En pleno suceso, los trabajadores que corrían para resguardar sus vidas, y los curiosos agolpados en los alrededores, pudieron ver las llamaradas humeantes que ascendían desde los balcones. Afortunadamente, la rápida acción de los bomberos evitó que el fuego abrasara por completo la estructura del edificio. El incendio había afectado el Salón Comedor (hoy Salón Sucre), el Salón de las Américas (hoy Salón Luchadores Sociales de América), parte del Salón Bolívar y algunos espacios de la cocina. Un total de 181 piezas, entre obras de arte, mobiliario patrimonial y objetos decorativos, fueron destruidas por completo. Posteriormente, bajo los auspicios del Comité de Damas del Despacho y la Fundación de Amigos de la Casa Amarilla, se adquirieron equipos y materiales necesarios para la restauración de algunas de las obras perjudicadas, tarea que le fuera encomendada a la Galería de Arte Nacional. Asimismo, en 1990, se efectuó una exposición de artistas venezolanos que sirvió de base para la realización de una subasta a beneficio de los trabajos de rehabilitación del monumento.  

Reloj de mesa (siglo XIX)

Fue una de las piezas de la colección que sufrió daños considerables durante el incendio. Mediante circular del 04 de febrero de 1991, el entonces Director del Patrimonio Artístico, Rafael Pineda, invitaba al personal del Ministerio de Relaciones Exteriores a apreciar la pieza ya restaurada por el anticuario Baptistin Rinaldi y su equipo: “Es uno de los más extraordinarios rescates del incendio de la Casa Amarilla, de ésos que marcan época en su género.”  

     

Silla y Llamaradas

Pieza realizada en madera con apliques de bronce que formaban parte del mobiliario destruido por el incendio de a Casa Amarilla. En su momento se consideró de gran valor el ingreso de dicha obra a la colección artística del Ministerio de Relaciones Exteriores, puesto que Carlos Mendoza, su autor, era uno de los jóvenes artistas más prometedores de nuestro país. Originalmente la escultura iba a ser entregada durante la segunda mitad del año 1991, pero un accidente ocurrido en el taller del artista, donde éste resultara herido, postergó el compromiso.