¿Hacia dónde va China? - MPPRE

¿Hacia dónde va China?

Sergio Rodríguez Gelfenstein Hace aproximadamente un mes publiqué en este mismo espacio dos artículos titulados “Mucho más que una guerra comercial. El conflicto de Estados Unidos contra China” en los que daba datos para argumentar las razones por las que considero que existe un trasfondo mucho más profundo y de carácter estructural en este conflicto. Creo que darle denominación de “guerra comercial” da sustento a una parte de la contienda: su condición de guerra, pero no la otra, la de ser estrictamente comercial. En ese sentido apuntaba a entregar información que permitía razonar sobre este ámbito, afirmaba que había una base política y filosófica en esta contienda que si bien no retrotrae a la guerra fría, coloca otra vez sobre el tapete del debate internacional elementos de carácter ideológico que parecían haber desaparecido de las discusiones sobre la estructura y el contenido del sistema internacional. A este respecto, algunos lectores de estas líneas me escribieron para preguntarme que quería decir al hacer tal afirmación. Este trabajo pretende, sino dar respuesta total a la pregunta, al menos entregar algunos elementos de análisis para que cada quien se forme su propia idea al respecto. Aunque es imposible agotar este tema en uno o dos artículos, daremos algunos elementos, que asocian la discusión a la diatriba que emana de la controversia respecto de si China volvió al capitalismo o si se encuentra en la primera fase del socialismo y lo que es aún más importante, si su devenir apunta a un definitivo retorno al capitalismo o si el desarrollo de la sociedad y los planes gubernamentales orientan al país hacia el socialismo. En una larga carta -inédita hasta ahora en su totalidad- que el Comandante Ernesto Che Guevara le escribiera a Fidel Castro el 26 de marzo de 1965, poco antes de su partida al Congo y que fue publicada en La Habana el pasado 14 de junio en conmemoración del 91 aniversario de su natalicio, como parte del libro “Epistolario de un tiempo. Cartas 1947-1967”, el Che hace un extenso análisis en el que profundiza en 4 temas específicos: errores en la política económica, sistema de financiamiento presupuestario, función del partido y recomendaciones generales. En el primero de ellos, rememorando a Marx, se refiere a los períodos necesarios para la construcción de la nueva sociedad. Después de hacer una profunda critica a la Unión Soviética y a los países socialistas de Europa con los que Cuba sostenía especiales relaciones y “hacer una crítica constructiva, por si puede servir para mejorar algunos problemas que continúan siendo graves”, afirma que: “China tardará centenares de años en tener el ingreso per cápita de los Estados Unidos. Aún si consideramos que el ingreso per cápita es una abstracción, midiendo el salario medio de los obreros norteamericanos, cargándole los desocupados, cargándole los negros, todavía ese nivel de vida es tan alto que a la mayoría de nuestros países le costará mucho llegar a él. Sin embargo, vamos caminando hacia el comunismo”. Aunque China, no había comenzado a desarrollar la política de reforma y apertura y se encontraba en medio de la debacle por la “revolución cultural”, el Che fue capaz de proyectar sus ideas sobre el futuro. En ese contexto, estableció que un aspecto básico es el de la “técnica” la cual según él, junto a la toma de conciencia conducen al comunismo en una fase ulterior. Para explicarlo se hace unas preguntas y las responde de la siguiente forma: “…qué es la producción si no el aprovechamiento cada vez mayor de la técnica; y qué es el aprovechamiento cada vez mayor de la técnica si no el producto de una concentración cada vez más fabulosa de capitales, es decir, una concentración cada vez más grande de capital fijo o trabajo congelado con relación al capital variable o trabajo vivo. Este fenómeno se está produciendo en el capitalismo desarrollado, en el imperialismo. El imperialismo no ha sucumbido gracias a su capacidad de extraer ganancias, recursos, de los países dependientes y exportarles conflictos, contradicciones, gracias a la alianza con la clase obrera de sus propios países desarrollados contra el conjunto de los países dependientes. En ese capitalismo desarrollado están los gérmenes técnicos del socialismo mucho más que en el viejo sistema del llamado Cálculo Económico que es, a su vez, heredero de un capitalismo que ya está superado en sí mismo y que, sin embargo, ha sido tomado como modelo del desarrollo socialista”. La velada crítica al modelo soviético, no esconde sin embargo su aceptación de la necesidad del desarrollo de la tecnología y la obtención de capitales, que en ese momento eran cotos exclusivos del capitalismo incluso en su fase imperialista, pero intuye que en él se encuentran “los gérmenes técnicos del socialismo”. No ha inventado nada nuevo, solo ha encontrado en la teoría marxista los instrumentos económicos para construir el socialismo. Es coincidente con una frase emitida por Deng Xiaoping en 1962: “No importa si el gato es blanco o es negro, lo que importa es que cace ratones”, exponiendo de esa manera la contradicción principal de la época. Pero, sobre todo, entendiendo una elemental aseveración de Lenin: “El problema fundamental de la revolución, es el problema del poder”. La posibilidad de avanzar hacia la construcción del socialismo y la aceptación táctica de expresiones económicas capitalistas durante la primera fase son posibles en la medida de no existencia de dudas respecto de la orientación estratégica socialista del proceso. Eso se garantiza cuando el poder real emana de los trabajadores y se manifiesta con la posesión de las armas necesarias para la defensa de la revolución. Al respecto, en 1994, Deng expuso que: “En lo teórico debemos llegar a comprender que la diferencia entre capitalismo y socialismo no reside en problemas como la disyuntiva planificación o mercado. En el socialismo también hay economía de mercado, igual que existe control planificado en el capitalismo. ¿Acaso en las condiciones del capitalismo ya no hay control alguno y uno puede portarse a su libre voluntad? ¡El trato de nación más favorecida no es otra cosa que control! No se crea que practicar cierta economía de mercado es seguir el camino capitalista. ¡Nada de eso! Tanto la planificación como el mercado son necesarios. Sin desarrollar el mercado, uno no tiene acceso ni siquiera a la información mundial, lo que significa resignarse a quedarse a la zaga”. Al referirse al mismo tema, el Che, intentando descubrir las causas que ocasionaban algunos frenos visibles en la estructura de la economía cubana enunció en la carta antes mencionada que: “Se nos puede decir que todas esas pretensiones nuestras [se refiere a eliminar categorías capitalistas como mercancía entre empresas, interés bancario y otras y tomar los últimos adelantos administrativos y tecnológicos del capitalismo] equivaldrían también a pretender tener aquí, porque los Estados Unidos lo tienen, un Empire State y es lógico que nosotros no podemos tener un Empire State, sin embargo, sí podemos tener muchos de los adelantos que tienen los rascacielos norteamericanos y técnicas de fabricación de esos rascacielos aunque los hagamos más chiquitos. No podemos tener una General Motors que tiene más empleados que todos los trabajadores del ministerio de Industrias en su conjunto, pero sí podemos tener una organización, y, de hecho la tenemos, similar a la General Motors. En este problema de la técnica de administración va jugando la tecnología; tecnología y técnica de administración han ido variando constantemente, unidas íntimamente a lo largo del proceso del desarrollo del capitalismo, sin embargo, en el socialismo se han dividido como dos aspectos diferentes del problema y uno de ellos se ha quedado totalmente estático. Cuando se han dado cuenta de las groseras fallas técnicas en la administración, buscan en las cercanías y descubren el capitalismo”. En China, la política de reforma y apertura iniciada en 1978, encaró estos dos aspectos como uno solo, dando respuesta -de alguna manera- para China a las inquietudes que el Che esbozaba para Cuba. Deng Xiaoping fue reiterativo en asegurar que el camino de China era el camino del socialismo. En mayo de 1985 durante una reunión con un académico taiwanés insistió en que en China iban a persistir en el socialismo “…y de ningún modo emprenderemos el decadente camino capitalista” estableciendo que la distinción entre socialismo y capitalismo es que el primero persigue “la prosperidad común de todo el mundo, en lugar de desembocar en la polarización entre ricos y pobres”, reiterando que se debe tratar con severidad a los que pugnan por la liberalización burguesa e infringen la ley. El problema del poder nunca ha estado al margen del pensamiento chino, sobre todo cuando se le relaciona con la idea confuciana de que lo más importante es garantizar la estabilidad del país. En diciembre de 1986, en una reunión con dirigentes del Comité Central del Partido Comunista, fue enfático en decir que: “Al aplicar la política de apertura al exterior, captar la tecnología extranjera y utilizar fondos del exterior, lo hacemos tan solo como algo suplementario de la construcción socialista, sin permitir que esto nos aparte del camino socialista”. En abril de 1987, durante una reunión con Lubomir Strougal, primer ministro de Checoslovaquia, reiteró que: “El primer punto que hemos deducido de nuestra reflexión [respecto al desarrollo de la economía] es la necesidad de persistir en el socialismo y, para tal efecto, librarse de la pobreza y el atraso, desarrollar en sumo grado las fuerzas productivas y, de este modo, hacer valer las características del socialismo como sistema superior al capitalismo”. Al mes siguiente, Deng recibió a Alfonso Guerra, alto dirigente del Partido Socialista Obrero Español. Le explicó que el PNB per cápita de China en 1980 era de 250 dólares anuales y que se habían propuesto duplicarlo para 1990 y llevarlo a 1.000 dólares para fines del siglo XX. Expuso que aunque seguiría siendo bajo por habitante, el poderío del Estado habrá crecido considerablemente. En ese momento, Deng le dijo a Guerra que esperaban llevarlo a 4.000 dólares en los primeros 30 años del siglo actual. Vale decir que 2018 cerró con un PIB per cápita de 16.000 dólares. Proyectando esa cifra, Oscar Ugarteche, Investigador titular del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM de México aseguró que en 2045, el PIB per cápita de China superará al de Estados Unidos. Después de la larga explicación que le hizo a Guerra en la que amplió la información con muchos detalles probablemente desconocidos por el dirigente español, Deng aseguró que eso era sólo el primer paso, pero admitió que el segundo no sería fácil y el tercero mucho más difícil que los anteriores, pero precisó con absoluta convicción que “…al construir el socialismo, China se propone demostrar con hechos la superioridad de este sistema”. (Continuará la próxima semana)