A Bocaranda lo alcanzó la verdad | Por Samuel Moncada - MPPRE

A Bocaranda lo alcanzó la verdad | Por Samuel Moncada

Nelson Bocarada era considerado una de las catedrales del periodismo venezolano, lo que pocos sabían es que tenía una doble vida; al mismo tiempo que era celebrado como periodista estrella, en secreto servía a la Embajada británica y norteamericana como un operador que promovía propaganda de guerra y pasaba información militar sensible de su propio país al Gobierno de Estados Unidos. Esta acusación tan grave tiene que sostenerse en pruebas, y no en la opinión personal del acusador o del acusado. No se trata de Moncada dice o Bocaranda dice, sino de valorar si la evidencia presentada es suficiente. El análisis riguroso de las pruebas indica lo siguiente: Primero. La fuente de la información: a) Los documentos son reales, el reporte del Embajador británico en Caracas de 1982 es un documento oficial que se encuentra en el Archivo Nacional del Reino Unido, en Londres, y está a la disposición del público. Fue consultado de un modo transparente y legal, tal y como lo puede hacer cualquier persona hoy. Negar la existencia de esta prueba es un acto contrario al profesionalismo que el propio Bocaranda dice practicar. b) El reporte del Embajador norteamericano del 2009 es otro documento oficial y forma parte de los miles de cables confidenciales conocidos como Wikileaks, por los cuales Julian Assange, quien simplemente los publicó, está hoy en prisión acusado injustamente de conspirar para acceder a documentos clasificados del Gobierno de Estados Unidos. La prisión de Assange es la confirmación de la veracidad de la fuente. Segundo. Los autores del documento y sus motivaciones: a) El autor del documento británico es Hugh Carless, Embajador en Caracas en 1982, y su redactor es V. J. Henderson, Primer Secretario. El motivo de ambos era reportar la verdad a sus superiores en Londres de un modo seguro y secreto, su interés no era dañar a Nelson Bocaranda, por el contrario expresan claramente que es su aliado y necesitan protegerlo para seguir utilizándolo. La razón principal era que los británicos no podían declarar en público directamente ya que sabían la disposición pro argentina del público venezolano en la guerra de las Malvinas y necesitaban un agente local que fuera más convincente para su audiencia. b) El autor del documento del 2009, Patrick Duddy, Embajador de Estados Unidos en Caracas, de igual manera que en el caso británico, reporta la verdad a sus superiores y considera a Bocaranda un agente útil cuya identidad debe ser protegida pues si era descubierto se entendería el fraude y la traición de su agente local. Todos sabemos que si un periodista en Estados Unidos o en el Reino Unido va a la Embajada de Rusia o China, por ejemplo, con secretos militares y ofreciéndose como instrumento para propaganda de guerra sería acusado de graves delitos contra la seguridad nacional. Los diplomáticos de ambos países no estaban escribiendo para el año 2019 y el efecto de sus palabras cambia cuando lo leemos hoy. Así funcionan los eventos históricos, las motivaciones de los autores en 1982 y en 2009 no son las mismas que la de los lectores venezolanos hoy, por eso los efectos de la lectura son diferentes. Tercero. El contenido de los documentos: a) En el caso británico de 1982, el Embajador afirma que 1- Bocaranda es un Aliado. 2- le entregó una película hecha por el Gobierno Británico para que la transmitiera en su programa de televisión. 3- el Embajador no tenía interés en aparecer defendiendo su posición y por eso necesitaba que Bocaranda hiciera ese papel ya que era más creíble para su público. 4- Bocaranda cumplió la función. 5- Que al cumplir la instrucción la reacción en contra puso en peligro la operación. 6- Bocaranda estaba conmocionado por el resultado. 7- Que casi habían agotado la credibilidad de Bocaranda y que debían cuidarlo si querían usarlo efectivamente la próxima vez. 8- Que Bocaranda debía ser invitado a Londres para hacer entrevistas y que el Gobierno Británico debía darle todo su apoyo si quería que la Embajada en Caracas funcionara con mayor efectividad. Bocaranda ignora a propósito todo lo anterior, que nada tiene que ver con objetividad, profesionalismo, transparencia o escuchar a los dos lados. Quiere echarnos tierra en los ojos hablando de sus viajes a Nueva York, o de cuánto costaba el pasaje, en un típico acto de manipulación. No se trata de Moncada contra Bocaranda, se trata de Bocaranda contra el Embajador británico; es obvio que el Embajador británico en 1982 tiene más motivos para decir la verdad que Bocaranda en el 2019. b) En el caso de Estados Unidos de 2009 el Embajador afirma que: 1- Bocaranda informó personalmente al Embajador, el 16 de noviembre, que líderes de la guerrilla colombiana estaban en Caracas para reunirse con altos funcionarios del Gobierno venezolano. 2- Que el objetivo era planear una provocación en la frontera con Colombia, o dentro de Colombia. 3- Que la operación era en respuesta a la firma de un convenio de cooperación en defensa entre Estados Unidos y Colombia. 4- Que los líderes de la guerrilla viajaban en Caracas con protección policial. 5- Que no sabía si eran guerrilleros de la FARC o del ELN. 6- Que no conocía los nombres de los contactos en el Gobierno venezolano. 7- Que creía que el Gobierno venezolano buscaba utilizar a la Guerrilla de la FARC o el ELN para provocar un incidente con Colombia. 8- Que creía que Chávez no quería una guerra con Colombia. 9- Que Bocaranda le había informado de modo confiable en el pasado. 10- Que el 16 de noviembre informó personalmente al Embajador el hecho de que Venezuela sólo tenía 8 pilotos para sus 20 aviones F16. 11- Que la Embajada compartía la evaluación de Bocaranda. 12- Que la identidad de Bocaranda tenía que ser estrictamente protegida. Bocaranda quiere fugarse de una realidad tan exacta, alegando lo siguiente: “Mi pecado sería entonces que mi columna, mis Runrunes, mis escritos, sean tan leídos que hasta el Embajador de los Estados Unidos los lea y de allí saque sus datos para compartir con su gobierno. No es mi culpa que tenga credibilidad por la seriedad de mis fuentes y por haberme granjeado el respeto no solo de mis compatriotas sino de los otros países. Creo que aquí está el quid de este asunto”. El verdadero quid del asunto es que Bocaranda el 16 de noviembre informó previa y personalmente al Embajador de Estados Unidos datos de seguridad Nacional de su propio país. Por ningún lado el embajador dice que se informaba leyendo las notas de prensa publicadas por Bocaranda, si ese fuera el caso: ¿qué necesidad tenía el Embajador de escribir en su reporte secreto a Washington que la identidad de Bocaranda tenía que ser estrictamente protegida? El Embajador abunda afirmando que Bocaranda ha sido una fuente confiable en el pasado lo que implica que había una relación de continuidad. Es obvio que la relación no es de iguales, es una relación de subordinación de Bocaranda al Embajador. Se trata de Bocaranda informando en secreto a un poder extranjero y no del poder extranjero informando a un periodista nacional, en este quid es que consiste su traición a su profesión, a sus lectores y a su país. Hemos dicho que en esta guerra de información contra Venezuela se busca controlar nuestras mentes evitando que usemos la razón y la evidencia para llegar a la verdad. Lo que priva es el insulto, el chisme, la manipulación y el ocultamiento. Bocaranda vivió demasiado tiempo con la mentira de periodista estrella, cuando en realidad era un peón de gobiernos extranjeros para engañar a su propio pueblo. Ya para la historia y la justicia queda claro quién es Bocaranda y su nefasto legado para el periodismo venezolano y latinoamericano; un ejemplo de lo que ningún periodista debe ser sin importar su orientación política. Luego de 50 años, a Bocaranda lo alcanzó la verdad.

Samuel Moncada