Durante la década de 2010 se calculaba que uno de cada diez colombianos vivía fuera de su país, convirtiendo a Colombia en una de las naciones latinoamericanas con mayor emigración.
Según la investigación del Centro Nacional de Memoria Histórica de Bogotá, con la degradación y la agudización de la guerra, especialmente desde finales del siglo XX y comienzos del XXI, muchos colombianos tuvieron que irse como consecuencia de persecuciones, amenazas, secuestros y asesinatos, además de despojos de tierras y desplazamientos forzados.
Algo parecido le ocurrió a la colombiana, Patricia Álvarez, oriunda de Medellín, que tras ser presionada por sus ideales políticos, abandonó su tierra natal en busca de libertad y oportunidades para vivir digna y tranquilamente. Expresiones de nostalgia y agradecimiento acompañaron su testimonio.
“Soy refugiada, dejé mi país en el año 2006 porque mi vida corría peligro. Me desempeñaba como trabajadora social con la comunidades, organizaciones de mujeres y cooperativas. Desde que me conozco soy una mujer interesada en la igualdad social”, aseguró Álvarez.
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Con la ilusión de descifrar lo que estaba viviendo Venezuela a través del proceso revolucionario, la antioqueña decidió trasladarse con un grupo de mujeres a Caracas, durante el Foro Mundial Social, al presenciar el trato a favor del pueblo venezolano, decidió quedarse.
“Fue muy bonito llegar aquí y darse cuenta que podías desarrollar tu trabajo en la comunidad, que no eras perseguido; de verdad fue bastante interesante”.
Patricia, quien es socióloga de profesión, al principio no podía ejercer por los trámites de homologación; no obstante, eso no le impidió que se relacionara en el ámbito. Estudió bachillerato de nuevo a través de la misión Rivas y luego por un conocido escucho hablar de la Conare.
Trato equitativo con el refugiado
“Luego de que te otorgan la condición de refugiado, quedas acogido por las condiciones, no tienes ningún problema, si vas a un hospital y necesitas atención médica te atienden, igual la alimentación. Poco a poco me fui insertando en la sociedad venezolana y no hubo rechazo”, afirmó Álvarez.
Oportunidades laborales
Patricia señaló que actualmente trabaja como costurera y que socialmente hace parte del Movimiento Bolivariano de Colombianos, Latinoamericanos por la Paz. Su principal objetivo es acercar a las personas indocumentadas a la Conare y ayudarlos a estar legal para Venezuela y el proceso revolucionario.
“Por medio de la Conare tenemos la posibilidad de comenzar una vida digna, hacer parte de la sociedad, incluirnos legal y socialmente”, destacó la antioqueña.
Trabajo social
Patricia es costurera, trabaja principalmente reciclando ropa, ella explica que a través de la reconstrucción de prendas de vestir, contribuye económicamente con sus clientes, así ellos no tienes que hacer gastos excesivos en tiendas y al mismo tiempo hace un trabajo social.
“Opositores y chavistas llegan a mí y entre charlas hay posibilidades de preguntar ¿por qué estás en contra, si tienes todas las garantías? Tienes Patria eso es fundamental, la Patria es lo que te permite soñar, crear, respetar; eso que muchos no han podido sentir”, exclamó Álvarez.
El problema
La antioqueña aclaró que el problema no es el pueblo colombiano, sino la oligarquía colombiana, que está en contra de su población; la usa, la utiliza, la esclaviza para sus beneficios, pero no le da derecho a nada.
“Yo me siento en mi Patria, la conquista es de aquí para allá y consideramos muchos que Venezuela no puede declinar. Venezuela es la imagen de América Latina, Centroamérica y África, de todos los pueblos que viven una desigualdad. Entonces para nosotros Venezuela es la esperanza”, concluyó.
La Comisión Nacional para los Refugiados nace por mandato del presidente Hugo Rafael Chávez Frías para garantizar la protección de aquellas personas que huyen de sus países por temores fundados de raza, sexo, religión, nacionalidad, pertenecientes a determinado grupo social u opinión política, mediante la Ley Orgánica para los Refugiados o Refugiadas y Asilados o Asiladas el 3 de octubre de 2001.
