Discurso del canciller Félix Plasencia en el 56° aniversario del Acuerdo de Ginebra de 1966 - MPPRE

Discurso del canciller Félix Plasencia en el 56° aniversario del Acuerdo de Ginebra de 1966

Salutación Señoras y señores

Es un día de júbilo para Venezuela cada vez que conmemoramos el aniversario del Acuerdo de Ginebra, conmemoramos la paz, conmemoramos todo lo bueno de la humanidad pasada, presente y futura, conmemoramos los principios del Derecho Internacional Público y a un instrumento internacional legal e histórico, inscrito en la evolución más genuina del derecho, conmemoramos un documento que convoca al relacionamiento amistoso, a la solución de las controversias por medio de los acuerdos, luchamos porque su mandato sea una realidad total cuando postula alcanzar un arreglo práctico y satisfactorio para la controversia territorial sobre nuestra Guayana Esequiba.

Una controversia territorial que como muchas otras, fue el resultado de la herencia colonialista, de las acciones imperiales decimonónicas donde potencias extranjeras y ajenas a nuestra América pretendían hacerse con nuestros territorios, lo que hoy es calificado por el Derecho Internacional Penal como uno de los más graves crímenes de lesa humanidad, y en vez de legarnos cultura, prosperidad y humanidad, nos legaron dificultades y conflictos que aún generan daños y perjuicios a los pueblos.

La herida causada a la integridad territorial de la República por la acción de Reino Unido, venturosamente fue establecida y constatada por la labor enjundiosa de nuestros antecesores que en 1962 dejaron claramente establecido ante todas las naciones del mundo en el seno de las Naciones Unidas, la legitimidad, legalidad, honestidad y rectitud de la reclamación territorial histórica sobre la Guayana Esequiba en la voz de nuestro canciller Falcón Briceño, todo lo cual dio lugar a la suscripción en 1966 de este tratado internacional único, suscrito entre la República de Venezuela y el Reino Unido de Gran Bretaña y la para entonces su colonia, la Guayana Británica, que ese mismo año 66 se convertiría en una nueva República hermana independiente. Acto que el espíritu libertario e independentista de Venezuela acompañó no sin antes dejar sumamente claro y taxativamente previsto que la república de Guyana nacía con este compromiso sobre la controversia territorial que deben a su hermana Venezuela.

Lamentablemente las heridas históricas a los pueblos que tocan elementos tan esenciales como su territorio, no son superadas sin el arrojo decidido de su propia voluntad y sin la generosidad y comprensión de todos aquellos que entienden que sólo mediante una solución equitativa y amistosa se puede reivindicar los principios más esenciales del derecho internacional público alcanzando la verdadera justicia material ante la magnitud de los daños ocasionados por aquellas actividades imperiales.

El 17 de febrero de 1966, el Acuerdo de Ginebra se constituye en un ejemplo de buen derecho cuando apela a las fórmulas políticas de solución de las controversias por el sendero del entendimiento, de la conciliación, de la mediación, y de buena diplomacia que le da lecciones a las naciones del mundo sobre los caminos de la amistad entre estados, también del respeto mutuo soberano que pasa porque Guyana entienda que no puede estar pretendiendo hacer uso a su antojo del territorio controvertido, ni de los mares aún sin delimitar, en flagrante lesión del Acuerdo de Ginebra y de las normas más elementales de buena vecindad que niegan toda forma arbitraria. Venezuela jamás aceptará tales pretensiones, ni extralimitaciones y las ha protestado y protestará firmemente.

Sólo el entendimiento sereno, la verdad histórica y el camino de la equidad serán capaces de superar el perjuicio del despojo territorial contra un territorio que es parte integrante de Venezuela y este camino, es el camino que postula la interpretación más genuina del Acuerdo de Ginebra, su propósito, sentido y razón que no es otro que alcanzar un arreglo práctico y mutuamente aceptable para ambas partes sobre el territorio controvertido. El entender y practicar que la diplomacia de paz se apega estrictamente a los principios del derecho internacional que lleva como bandera la República Bolivariana de Venezuela con la paciencia que le ha caracterizado es el camino seguro y a la vez posible para mediante negociaciones directas y amistosas alcanzar esa solución cuyo compromiso suscribieron tanto el Reino Unido de Gran Bretaña como la República Cooperativa de Guyana para con Venezuela, en el concierto de las naciones del mundo, es el compromiso inexpugnable que debe tomar en cuenta todo aquel que se relacione con esta controversia territorial.

Venezuela no ha desmayado en todos estos años en cumplir sus compromisos con el Acuerdo de Ginebra. Lo ha hecho con convicción paciencia y cordura. Y no dejará de hacerlo.

No obstante, Venezuela lamenta que una demanda unilateral de la República Cooperativa de Guyana planteada sobre un hecho constatado mediante el Acuerdo de Ginebra cómo es el laudo arbitral de 1899 haya conducido a que en una decisión preliminar de la Corte Internacional de Justicia haya decidido que tendría jurisdicción para conocer de semejante demanda que desdice del sentido, propósito y razón del Acuerdo de Ginebra, que intenta retrotraerse a un momento histórico superado dado que es inexorable que mediante el Acuerdo de Ginebra tanto Reino Unido como la República Cooperativa de Guyana asumen el compromiso de alcanzar el arreglo práctico y mutuamente aceptable sobre la controversia territorial de la Guayana Esequiba como de forma indubitable lo advierte su propio título: “Acuerdo para resolver la controversia entre Venezuela y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte sobre la frontera entre Venezuela y la Guayana Británica”.

Venezuela consecuente con su posición histórica a sabiendas de que el único camino de amistad y solución es la negociación directa nunca ha dado su consentimiento para que instancia judicial alguna, incluida la Corte Internacional de Justicia, conozcan de esta controversia territorial porque la vía judicial es de ultima ratio y en los tribunales las cosas se dirimen en blanco y negro siendo que el espíritu del Acuerdo de Ginebra habla de los colores de América, de aquellos colores que tienen nuestros pájaros y también las aguas de la propia Guayana Esequiba venezolana, que permiten ver un mundo de posibilidades que satisfaga las necesidades humanas y de soberanía de ambas naciones hermanas implicadas en esta disputa territorial. En todo caso, Venezuela nunca ha otorgado su consentimiento a esa instancia jurisdiccional internacional para conocer de esta disputa territorial y como todos saben, al ser una instancia que requiere de tal consentimiento para su procedencia estaría actuando de forma ilegítima. Pero además si Venezuela soberanamente y en el supuesto negado, lo hubiere decidido otorgar o lo otorgaré, ambas partes tendrían que haber convenido absolutamente todos los ´términos en cuestión, no podía ser tan absurdo el objeto litigioso falseado por la susodicha demanda unilateral de Guyana que pretende anular huir y pulverizar al Acuerdo de Ginebra y ponerlo a su exclusivo servicio. Sino conviniendo civilizadamente entre ambas Partes los términos de lo que conducen al arreglo práctico y mutuamente aceptable que satisfaga la reclamación territorial para ambas naciones.

Venezuela se ampara en los principios inexpugnables del derecho internacional público como barrera infranqueable para que sus derechos soberanos sobre la Guayana Esequiba sean reconocidos y respetados, Venezuela continuará fiel a su tradición republicana asumida desde la era independentista liderada por nuestro Simón Bolívar y al mismo tiempo persevera en el fortalecimiento de la conciencia nacional sobre un asunto de extrema trascendencia que implica a todos los venezolanos como un pueblo único, Unido en amor y paz.

En esta ocasión contamos con la presencia de dos distinguidos profesores, los catedráticos Antonio Remiro Brotons y Carmelo Borrego, quienes además nos honran siendo parte del cuerpo de juristas que acompañan a la República en su reclamación histórica.

Por todo lo anterior, en nombre del señora presidenta de la Comisión sobre cuestiones limítrofes, Ciudadana Vicepresidente Delcy Rodríguez y del ciudadano Presidente de la República Nicolás Maduro Moros, les damos a todos la más cordial bienvenida, agradecemos los momentos en que el espíritu y la razón se enaltecen compartiendo conocimientos y nos alegramos de estar unidos para proclamar con el más genuino sentido patriótico: el sol de Venezuela nace por el Esequibo.