Batalla de los Puentes, victoria de la dignidad en Venezuela - MPPRE

Batalla de los Puentes, victoria de la dignidad en Venezuela

Tras la narrativa de una supuesta crisis humanitaria se intentaba promover enfrentamientos internos que derivaran en una guerra civil, para justificar la invasión militar, típico artilugio del Manual de Guerra No Convencional de Estados Unidos, aplicado en otras naciones como Iraq, Libia y Siria.

El móvil: una supuesta ayuda a la población civil con el auspicio de un gobierno paralelo comandado por la Casa Blanca, para derrocar al presidente constitucional Nicolás Maduro.

Desde la madrugada de aquel sábado, paramilitares y marines estadounidenses se posicionaron en la ribera opuesta del río Táchira, en medio de un show mediático apoyado por Washington, Colombia, la Organización de Estados Americanos (OEA) y otros aliados europeos.

Preludio de una invasión

Los hechos del 23 de febrero pretendían ser el golpe final para derrocar a la Revolución Bolivariana tras cerca de cinco años de asedios y ataques.

De 2015 a 2016, Estados Unidos intensificó las medidas coercitivas unilaterales, afectando sectores esenciales de la economía, como la industria petrolera, mientras impedía a toda costa la adquisición de alimentos y medicinas.

La derecha nacional promovió y financió acciones violentas, atentados, sabotajes y boicot que indujeron al acaparamiento, mientras aumentaba la escasez de bienes esenciales para la población.

El 23 de enero de 2019, en un hecho sin precedentes, el entonces máximo representante de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, se autoproclamó presidente en una plaza pública, con el apoyo de Estados Unidos y el reconocimiento de unos 50 países.

Paralelo a ello, declararon “usurpador e ilegítimo” a Maduro, reelecto en mayo de 2018 con el 67,84 por ciento de los votos; arremetieron contra el Consejo Nacional Electoral y desconocieron los restantes poderes del Estado.

El 12 de febrero el autoproclamado, tras anunciar reiteradamente la posibilidad de una intervención militar para sacar a Maduro del Palacio de Miraflores, proclamó la llegada de la ayuda humanitaria.

Como preludio el 22 se celebró en la fronteriza ciudad de Cúcuta (Colombia) el concierto Venezuela Aid Live, organizado por el magnate Richard Branson, un show mediático para disfrazar las verdaderas intenciones.

En una operación de bandera falsa, tres desertores de la Guardia Nacional se apoderaron de dos vehículos blindados, atropellaron a varias personas e inmediatamente anuncian una deserción en masas dentro de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y la policía.

La Batalla de los Puentes

Con todas esas acciones previas, el apoyo de la Casa Blanca, organismos internacionales y de los medios de comunicación, parecía inminente la entrada de Guaidó a Miraflores y el fin de la Revolución Bolivariana.

Pero los promotores de la invasión no contaron con la convicción y el valor de una ciudadanía dispuesta a defender su libertad y soberanía.

Freddy Bernal, actual gobernador de Táchira y uno de los líderes de aquel enfrentamiento, narró a Prensa Latina los hechos alrededor de aquel acontecimiento, que pasó a la historia de Venezuela como la Batalla de los Puentes.

“Nunca, nunca imaginaron la grandeza de este pueblo, descendiente de una estirpe de libertadores, y ese fue su error, creer que sería muy fácil tomar la región y promover una guerra civil”, aseveró.

Bernal, quien en aquel entonces fungía como Protector del estado Táchira, relata cómo mucho antes de aquellos días, los servicios de inteligencia venezolanos ya conocían las verdaderas intenciones de la derecha y sus promotores y se prepararon para enfrentarlas.

“Cerca de 12 mil hombres y mujeres se movilizaron desde un mes antes en las zonas limítrofes con Colombia. Éramos literalmente un ejército de descamisados, hombres de más de 70 años, muchachos de 15, 16 años, mujeres embarazadas, allí estuvimos”, subrayó.

Ese mismo día, el mandatario venezolano informó que rompía relaciones diplomáticas con Colombia y del otro lado anunciaban el retiro del personal de su embajada que permanecía en Caracas, aun cuando no reconocían al gobierno legítimo.

Guaidó fue el instrumento para, junto al Grupo de Lima, la OEA y algunos gobiernos, armar toda la parafernalia para ese show, mientras paralelamente a ello recrudecieron las medidas coercitivas y trataron de aislarnos del mundo, buscando un conflicto interno, explicó el alto funcionario.

Hubo asedio a instalaciones militares y enfrentamientos armados en la ciudad tachirense de Ureña, en los puentes internacionales Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y La Tiendita, durante todo el día de ese sábado, prosiguió Bernal.

Su propósito, recalcó, era convertir a San Antonio (del Táchira) en una cabeza de playa, para instalar un gobierno paralelo y usar las bases militares para atacarnos tal como hicieron en Siria, “pero sus fórmulas les fallaron”.

“Vivimos momentos muy tensos, donde creíamos que la muerte era la única salida, allí estábamos varios dirigentes, junto al pueblo, resistiendo. Yo arengaba a los muchachos y les decía que si vamos a morir lo haremos con dignidad”, refirió.

Algunos medios de prensa, ubicados del lado venezolano, mostraban a las fuerzas de seguridad y los manifestantes rechazando el intento de incursión, mientras desde las montañas y debajo del puente los grupos de choque, pagados por la derecha, lanzaban piedras, cocteles molotov y amenazaban con pistolas.

“Mire, nadie habla de eso, pero yo vi a los marines yanquis, los vi patrullando el otro lado del río, junto a los paramilitares, no me lo contaron, vi sus trajes y sus insignias. Y esa es la prueba fehaciente de que sus intenciones eran invadir nuestro país”, recalcó el gobernador a Prensa Latina.

Ellos, acotó, creían que derrotarnos era cosa fácil, pero no contaron con la unión cívico-militar.

Para Bernal, uno de los momentos indescriptibles aconteció en la tarde de aquel 23, cuando las tropas estaban diezmadas, varias decenas de heridos, sin municiones, ni fuerzas y los atacantes lograron ganar posiciones dentro del territorio venezolano.

“En medio de todo aquello, me llama el Almirante Gilberto Pinto y me avisa que estábamos perdiendo en el puente Simón Bolívar, y salgo para allá a dar instrucciones… pero no pude… se me hizo un nudo en la garganta, sucedió algo que aún no puedo explicar”, recalcó.

Emocionado, el líder socialista, refiere cómo al llegar, donde estaban las tropas casi derrotadas, un murmullo ensordecedor comienza a escucharse y en cuestiones de segundos, sin apenas dar la voz de avanzar, los combatientes se levantan y arremeten con una fuerza inigualable contra los enemigos.

“Lo que habíamos perdido en 10 horas, lo recuperamos en 10 minutos, esa victoria aseguró la paz de Venezuela y evitó una guerra civil”, enfatizó.

El fracaso

Más allá de la derrota militar, los hechos posteriores convirtieron el show de la supuesta ayuda humanitaria en un escándalo internacional.

Los envíos de la presunta carga coordinada por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), fue quemada del lado de Colombia, para ocultar el fracaso del golpismo.

En tanto, una investigación del diario The New York Times revelaba días después su contenido, detallando que apenas una parte era alimentos o medicinas, el resto lo componía material para armar grupos terroristas, pagados para crear violencia en la frontera.

El fraude, la malversación de fondos, el desvío de los recursos enviados por Washington, solo favorecieron las arcas de la derecha venezolana y se convirtieron en un boomerang para Colombia.

Por otro lado, el presidente estadounidense, Donald Trump; el secretario general de la OEA, Luis Almagro; el enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliot Abrams, Guaidó y sus promotores, fueron los perdedores de entonces.

Tres años después, Maduro sigue cumpliendo su mandato de jefe de Estado, el pueblo venezolano vive en paz y las banderas de la dignidad siguen ondeando en esta nación suramericana.

Prensa Latina/Yadira Cruz Valera