Rasgos decoloniales y antimperialistas en la obra Nuestra América de José Martí | Por Zaida Castro Delgado - MPPRE

Rasgos decoloniales y antimperialistas en la obra Nuestra América de José Martí | Por Zaida Castro Delgado

El ensayo Nuestra América, de José Martí, publicado en 1891, sintetiza de manera magistral el pensamiento político y cultural de José Martí, en él despliega toda su doctrina latinoamericanista, nos presenta la esencia de nuestra identidad y de nuestro deber ser, así como un programa de acción para conseguir la unidad continental como único modo de resistir la inevitable embestida de la gran  potencia imperial e invasora en que se convierte Estados Unidos de América. Y ese mandato de unidad es expresado poéticamente, cuando escribe:
(…) ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según lo acaricie el capricho de la luz, o la tundan o talen tempestades; ¡los pueblos han de ponerse en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, de la marcha unida, y hemos de andar en cuatro apretado, como la plata en las raíces de los andes (Martí, 1891, p.83).
En la actualidad, estamos viviendo un momento excepcional en la historia de la humanidad y es preciso poner un grano de maíz en la unidad de nuestros pueblos, Martí estaba claro en ello; en estos tiempos se decide la existencia del hombre sobre el planeta, se dice a boca de jarro volver a la normalidad. ¿Cuál normalidad? ¿Seguir con el modelo económico dominante, explotador en que el ser humano se encuentra sometido? no señores, tenemos un deber sagrado que cumplir y sólo lo podemos hacer con decisión propia y soberana, con sabiduría, con unidad, cultura; dejemos los viejos esquemas, seamos creativos. Hoy debemos preguntarnos, ¿hemos realizados todos los esfuerzos? ¿Podrá la humanidad sobrevivir al crecimiento acelerado de la industria militar-farmacéutica? ¿Será el Coronavirus un ensayo de la tanato-política para la eliminación selectiva del ser humano? Será posible seguir viviendo en paz, cuando la gran mayoría de la población mundial está sumida en el hambre y la miseria, la insalubridad, sin servicios de salud, educación, agua potable. Estamos realmente viviendo en paz o por el contrario, ¿se están creando las condiciones para más violencia? El capitalismo crea su propia fuerza que lo destruirá, es importante organizarse junto al pueblo porque un estallido social por sí solo no produce cambios para bien. De allí la enseñanza martiana unir para vencer. Martí nos dice claramente que la unidad es esencial como elemento articulador para conseguir en Latinoamérica y el Caribe la segunda y verdadera libertad. De allí los esfuerzos realizados por los comandantes Fidel Castro Ruz y Hugo Rafael Chávez Frías con la creación del ALBA-TCP, la Celac, y Unasur. En su texto Martí afirma la existencia de una cultura propia de Nuestra América y formula las claves de su autoctonía, nos alerta contra nuestros propios defectos, plantea la descolonización proponiéndonos que:
(…) la universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los Incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñen la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales  han de reemplazar los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser de nuestras repúblicas (Martí, 2006, p.43).
Todo este proyecto educativo descolonizador en provecho de lo que llama El Héroe nacional: el mestizo autóctono como modelo de hombre hispanoamericano, simiente de nuestra identidad que reconoce nuestras especificidades. El concepto de Nuestra América supone a otra América que nos es ajena, y, de aquella, nos tenemos que prevenir con acciones de afirmación e integración, para enraizar la importancia de gobiernos con pleno conocimiento de nuestras necesidades, de los factores que componen a nuestros pueblos y de las políticas que nos favorezcan, ideadas de manera original, previniendo la imposición colonial de modelos emanados de otras realidades. Así el programa de educación se enlaza con un programa de gobierno capaz de llevar cabo acciones coherentes al pensamiento emancipador con esencia de pueblo, tal lo asevera Martí:
(…) «El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser del país. La forma del gobierno ha de avenirse a la construcción propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país» (Martí, 2006, p.41).
Con una asombrosa riqueza metafórica José Martí escribe como un científico social y como un poeta creador de mitos fundacionales, como ha dicho en algunos de sus textos Roberto Fernández Retamar. Así Nuestra historia se nos ofrece con hermosas imágenes que se enlazan a lo largo del ensayo:
El problema de la independencia no era cambio de forma, sino el cambio de espíritu. Con los oprimíos había que hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores. El tigre, espantado del fogonazo, vuelve de noche al lugar de la presa. Muere echando ramas por los ojos y con las zarpas al aire. No se le oye venir, sino que viene con zarpas de terciopelo. Cuando la presa despierta, tiene al tigre encima. (Martí, 2006, pp. 45-46).
Todo un llamado a la lucha, a la integración de los pueblos a través de propuestas concretas que hace de este documento martiano una declaración emancipatoria, porque el conocimiento que tiene Martí de los problemas esenciales de Latinoamérica es fundamento que para nosotros conserva autoctonía y vigencia. Su ideal latinoamericanista es esencialmente antiimperialista, profundamente descolonizador, unitario, porque nos señala la necesidad de ser fiel a lo propio a la autoctonía, para el Apóstol es el camino a la verdadera libertad de Nuestra América. Los grandes cambios sociales, y políticos en la historia han sido precedidos siempre por transformaciones en el campo de las idea. Unamos todos nuestros esfuerzos junto a nuestros pueblos promover los fundamentos de nuestras tradiciones, la reflexión de nuestro presente y de nuestro futuro en base al respeto a nuestras identidades culturales a la luz de los ideales, martianos, bolivarianos y de otros próceres de Nuestra América, que construya nuestra propia filosofía. Debemos sentirnos orgulloso de lo que somos, hijos de libertadores que aman la patria como nos enseñó Martí: «en que patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles» (Martí, 2006, p. 40). El problema social y político que el prócer cubano analizó en Nuestra América es el rol que deben empeñar los hombres honrados de nuestros días: estados nacionales bien organizados y gobernados, que movilicen, dignifiquen y conviertan en actores a todos sus miembros, para consolidar la integración continental, la independencia y la soberanías verdaderas en una sociedad más justa y equitativa y una región rica y capaz de bregar económicamente por sí misma. No volvamos a la “normalidad” capitalista, el COVID-19 se irá, y quizás inventen otras cosas, pero nosotros/as seremos otros/as también, cambiemos la realidad, cambiemos el sistema para lograr un mundo mejor, mantengámonos en combate permanente por la vida, por la permanencia de la humanidad en el planeta; Martí nos dice: «las armas del juicio, que vence a las otras, Trincheras de ideas, valen más que trincheras de piedras» El último instrumento a utilizar serían las armas, porque somos un pueblo de paz, pero no de bobos.. Bolívar y Martí nos convocan a ser antiimperialistas, respetando al pueblo de Abraham Lincoln. Asumir el compromiso de unidad es urgente para no volver hacer nunca más colonia:
¡Porque ya suena el himno unánime; la generación real lleva a cuesta, por el camino abonado por los padres sublimes, ¡la América trabajadora! Del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor regó el Gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar. La semilla de la América nueva (Martí, 2006, p.53).
 

Bibliografía

José Martí. Nuestra América, Centro de Estudios Martianos. La Habana 2006. Publicada por primera vez el 1ero de enero de 1891 en la Revista Ilustrada de Nueva York.

Dra. Zaida Castro Delgado Directora Casa de Nuestra América José Martí