Lo que hagamos hoy definirá el mañana | Por Mevlüt Çavuşoğlu - MPPRE

Lo que hagamos hoy definirá el mañana | Por Mevlüt Çavuşoğlu

Después de cada evento cataclísmico uno tiende a pensar que el mundo nunca será el mismo. Esta vez es verdad que en ciertos aspectos el mundo debe cambiar. La historia mundial está cargada de tales puntos de inflexión que son casi todos dolorosos. Durante años fuimos advertidos de que una pandemia podría ser así de cataclísmica. Esa parte de la humanidad que vive en medio de guerras atroces, crisis, fragilidad endémica, colapso estatal y miseria humana podría ser perdonada por pensar que nada podría ser peor. Aquellos que viven en regiones pacíficas y prósperas podrían pensar que nada pudiera perjudicarles y que estaban destinados a seguir siendo afortunados. Sin embargo, esto es una pandemia; ninguna sociedad, ningún individuo puede esperar estar fuera del alcance de un virus mortal. Por lo tanto, nos estaríamos distanciando de los demás, de las bendiciones de las interacciones sociales. Con la excepción del Antártico, las infecciones han llegado a todos los continentes, las cifras ya superan el millón y seguramente alcanzarán niveles superiores; se le ha pedido a más de un tercio de la humanidad quedarse en casa, y a todas estas vidas que ya hemos perdido en números espantosos se les unirán numerosas otras. El costo económico de esta pandemia también será desalentador y es probable que sea a largo plazo. El impacto en las fragilidades estatales existentes, en la política y en la seguridad, seguramente cargará a los gobiernos de todo el mundo. Aún no hemos visto la luz al final de este túnel y no tenemos la opción de esperar hasta verla. Este es un momento de reflexión, pero también de liderazgo y de acción. El sistema global estaba hecho trizas incluso antes de que la humanidad fuera atacada por el coronavirus. Turquía, por ejemplo, había planteado la necesidad de reformar el sistema. Habíamos llamado nuestra propuesta “el mundo es más grande que cinco”, refiriéndonos a la composición obsoleta del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, pero no nos habíamos limitado con esto. Como un país que tenía que afrontar conflictos interminables y la miseria humana en nuestra vecindad y que alberga a la mayor población de migrantes del mundo, sabíamos que el sistema no estaba funcionando. En 2008, cuando el mundo se vio afectado en aquel momento por una pandemia económica, el G20 fue capaz de aportar un sentido de dirección y, por lo tanto, estabilidad a la vacilante economía mundial. El sistema funcionó en aquel entonces, pero gracias en gran medida a un actor global relativamente nuevo. Debemos prepararnos para un impacto económico masivo similar esta vez y asegurarnos de que el sistema funcione, incluso mientras hagamos los parches y reemplazos necesarios. La principal prioridad es proteger la salud y seguridad de las personas contra el Covid-19. Apoyamos la oportuna declaración del G20 mediante la cual los líderes se comprometieron a actuar de manera solidaria en la lucha contra la pandemia y a salvaguardar la economía mundial y el comercio sin restricciones. La ampliación de los acuerdos SWAP figura entre las medidas significativas acordadas por el G20. Nos complace que nuestra propuesta de formar un Grupo de Coordinación de Altos Funcionarios haya sido aceptada por el G20, dado a la necesidad de coordinar estrechamente cuestiones tales como la gestión de las fronteras y la repatriación de los ciudadanos. Agradezco a Canadá por haber presentado sus ideas iniciales sobre las modalidades de este grupo. El G20 está demostrando una vez más ser un buen formato en la gestión de crisis a nivel mundial. Varios países también están adoptando medidas enérgicas individuales, entre ellos Turquía. Sin embargo, los esfuerzos individuales no son suficientes. Un reto mundial requiere una respuesta mundial, primero en el frente de la salud pública y luego en la economía, y a largo plazo en la reforma de las instituciones internacionales y la forma en que los países las apoyan. Las instituciones internacionales pertinentes deberían asumir un papel eficaz en la asistencia financiera y el suministro de equipos médicos. La protección de las comunidades frágiles, los migrantes irregulares y los refugiados, y el apoyo a los países de acogida son ahora aún más importantes. Las redes mundiales y regionales de suministro y las transferencias de carga deben funcionar sin obstáculos. Las sanciones como instrumento de política contundente deben evaluarse desde el punto de vista humanitario. Las sanciones unilaterales y las amenazas están socavando los esfuerzos humanitarios contra el Covid-19. Las sanciones perjudican no solo a estas naciones, pero también a sus vecinos. En tiempos de pandemia este riesgo es aún mayor. Los países en desarrollo y los países menos adelantados, en particular en África, no deben quedar rezagados. Un tema transversal en la tan necesaria respuesta mundial es el de poner fin a los conflictos que cobran un precio muy alto a los seres humanos, al ecosistema, a la economía y a nuestra conciencia. Por lo tanto, exhortamos a la comunidad internacional y a los actores internos a dejar atrás todos los conflictos, a cesar las hostilidades y a buscar seriamente el diálogo y la reconciliación, incluso en América Latina y el Medio Oriente. En estos momentos tan delicados, la comunidad internacional debe asumir mayor responsabilidad en la promoción de la mediación y el diálogo para facilitar la resolución de disputas. Las competiciones geopolíticas y los agravios políticos tienen poco sentido cuando el mundo lucha por su propia salud y sabe que todo el mundo sufre. Este llamado no puede pasar desapercibido si a nivel mundial todos nos tomamos un momento para apoyarlo. De hecho, esta generación de líderes está definiendo el futuro del orden mundial en base a las decisiones que toman hoy con respecto a la pandemia. Las semillas que sembremos hoy pronto surgirán ante nosotros como realidades completas. La realidad de un sistema mundial basado en normas, una red de Estados nación que funcionan, que son resistentes y responsables, economías que no dejan a nadie atrás y que benefician a todos, apoyadas por organizaciones internacionales idóneas, todas centradas en el bienestar de la población, independientemente de su nacionalidad, fe o raza, puede estar a nuestro alcance. Las búsquedas alternativas no tienen sentido y además pueden ser perjudiciales para el bien común. Por lo tanto, es posible obtener un legado positivo de esta pandemia, a pesar de todo el dolor que ha causado, si todos decidimos hacerla realidad. Quédense en casa y a salvo.   Mevlüt Çavuşoğlu, Ministro de Asuntos Exteriores de la República de Turquía.