La Cuba de Martí y Fidel: Solidaridad en tiempos de pandemia | Por José Manuel Leyva Ventura - MPPRE

La Cuba de Martí y Fidel: Solidaridad en tiempos de pandemia | Por José Manuel Leyva Ventura

«Patria es humanidad», José Martí  
 La frase de José Martí, Héroe Nacional de Cuba con la que inicio mis palabras ilustran un concepto que los cubanos llevamos dentro de nuestros corazones y que marcan el ideal de todo un pueblo. Nacido el 28 de enero de 1853, en un humilde hogar de la calle Paula, en la Habana, José Martí desde temprana edad demostró una inteligencia fuera de lo común y un sentimiento de justicia que marcaría para siempre los designios de su vida. Sus primeros años y juventud transcurrieron en la efervescencia de los sentimientos de libertad e independencia de los cubanos, en pleno afán por romper las cadenas de la opresión colonial española. Ese José Martí, llamado a tener un destino poderoso y un lugar destacado en  el altar de los héroes latinoamericanos y caribeños con apenas 17 años sufrió prisión por el único delito de desear la libertad para su patria. A partir de ese momento no hubo un día, ni un solo instante de su fecunda vida que no lo dedicara en cuerpo y alma a la causa sagrada de la unidad de los cubanos y a la lucha por la independencia. El gran poeta cubano Cintio Vitier describió a Martí como «ese sol del mundo moral que nos acompaña». Nuestro Apóstol también encontró el tiempo para dejar a la posteridad su prosa, sus versos, sus cuentos para niños, sus discursos y toda una obra que lo define como un profundo pensador e intelectual avanzado para su época. El más universal de los cubanos, vivió 14 años de su largo exilio en los Estados Unidos, y avizoró como pocos el gran fenómeno que se fraguaba en esa nación: el nacimiento del imperialismo y las terribles consecuencias que tendría para Cuba y nuestro continente el mismo. La temprana muerte de Martí, la cual conmemoramos hace 48 horas su 125 aniversario, ocurrida el 19 de mayo de 1895, fue un duro golpe para los ideales independentistas. La intervención del gobierno norteamericano en 1898 frustró el triunfo de los patriotas cubanos. Sin embargo, su pensamiento y acción revolucionaria encontraron resonancia en el joven abogado Fidel Castro, que en la madrugada del 26 de julio de 1953 al frente de un grupo de jóvenes asaltó el cuartel Moncada y evitó que las ideas del maestro, como también lo llamamos, fueran olvidadas en el año de su centenario. El asalto al Cuartel Moncada no significó la victoria, luego vino la prisión, el exilio, la expedición del Yate Granma y tras 25 meses de lucha en la Sierra Maestra se alcanzó la inolvidable victoria del 1ro enero de 1959. Los años de Revolución han sido una epopeya de dignidad y resistencia a amenazas, agresiones y enfrentamientos al bloqueo financiero y comercial, impuesto por los Estados Unidos. Han sido décadas donde ha brillado  la unidad de un pueblo en torno a nuestras ideas de justicia social. También podemos decir que han sido años de crecimiento social, cultural, educativo,  han sido años de solidaridad y de victorias. Vivimos en un mundo extremadamente complejo y peligroso, de guerras constantes, donde se intenta imponer la hegemonía del imperio norteamericano, y establecer así la ley del más fuerte. Un mundo donde crece la desigualdad entre ricos y pobres, donde la naturaleza está seriamente amenazada todos los días. Donde la Pandemia de la Covid 19 ha venido a demostrar la ineficacia del sistema mundial que se nos intenta imponer. Nuestro entorno regional no escapa a estas contradicciones. El gobierno norteamericano, ha desempolvado la doctrina Monroe en pleno siglo XXI y ni siquiera tiene el pudor de ocultarlo. Hace unos meses un alto funcionario de ese país llamaba nuevamente a la América Latina y al Caribe “el patio trasero de los Estados Unidos”. La derecha continental, envalentonada, se ha alineado a posiciones extremas y junto a sus amos de turno, condenan, rompen relaciones y se inmiscuyen en los asuntos internos de la hermana República Bolivariana de Venezuela y de otros países del continente. Con la llegada de Trump a la Casa Blanca se ha producido uno de los peores retrocesos en la historia de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. El gobierno norteamericano ha incrementado su agresividad, su retórica hostil y las amenazas contra mi país, que incentivan acciones terroristas como el atentado que el pasado 30 de abril sufriera nuestra embajada en Washington o la más reciente inclusión de Cuba y Venezuela en la lista espuria de países que no colaboran en el enfrentamiento al terrorismo, Ambos hechos deseamos rechazar, denunciar y condenar en un evento como el que desarrollamos hoy. Sepan una vez más que nada, ni nadie podrá ponernos de rodillas jamás. Otra de sus campañas, es la que intenta desacreditar a nuestra colaboración médica, aún en medio de la pandemia del Covid 19, mientras fallecen miles de seres humanos en su país y el mundo, el Secretario de Estado Mike Pompeo, su asistente para el Hemisferio Occidental el Sr. Kozak y otros personajes de esa nación no se detienen en gritar mentiras, inventar falacias e intentar detener la solidaridad que de manera sencilla y desinteresada brinda Cuba en tiempos de pandemia A este festín se ha sumado desde el principio el títere de Almagro, quien a través de la desprestigiada OEA y por mandato de sus amos de Washington pretende engañar a la opinión pública continental y mundial. Intenta manchar el ejemplo, el espíritu de consagración y humanismo de nuestro personal de la salud, esos a los que un día Fidel llamó «celosos guardianes de lo más preciado del ser humano; apóstoles y creadores de un mundo más humano».  Esa misma colaboración que haciendo suyas la frase de Martí con las que inicié este comentario de que Patria es Humanidad ha salvado la vida de millones de personas en más de 160 naciones del mundo a lo largo de 57  años, ha combatido el Ébola en África, el cólera, han acudido al llamado de pueblos y gobiernos afectados por inundaciones, terremotos y otros desastres naturales y en estos momentos se enfrenta al Covid 19 en 23 naciones de América Latina, el Caribe, Europa, Asia y África que han solicitado nuestra cooperación y ayuda.

Ahora quisiéramos referirnos brevemente al principio de la solidaridad internacionalista y la Cooperación que siempre han regido los destino de nuestra Revolución.

Desde el triunfo del 1ro de enero de 1959, la revolución y el pueblo cubano han mantenido la solidaridad con otras naciones del mundo, legado del pensamiento de José Martí y Fidel Castro. La revolución cubana, a pesar del éxodo masivo de médicos que se produjo, dejando al país con el 50% de los 6286 con que contaba en 1959, y su limitado desarrollo económico y social, comenzó a brindar ayuda en el campo de la salud. Una de las primeras acciones llevadas a cabo, fue en el año 1960, cuando se envía una brigada médica a Chile, afectada por la acción de un terremoto intenso. La colaboración médica cubana internacional, inició oficialmente sus acciones a partir del 23 de mayo de 1963, cuando se envió la primera brigada a Argelia, compuesta por 55 trabajadores del Sistema Nacional de Salud, que brindaron sus servicios durante un año. Durante los primeros años la asistencia se otorgó prioritariamente a aquellos países que luchaban por su liberación y que –a su vez- presentaban situaciones sanitarias críticas. Así dos de las brigadas médicas más importantes se dirigieron a Guinea y Tanzania. Entre los años 70 y 80, el impacto mayor se concentraría en Angola, Etiopía y Nicaragua, entre otras naciones hermanas. En los años 90 se estableció el Programa Integral de Salud que dio un enfoque más efectivo a la asistencia brindada por Cuba incluyendo en el mismo los medicamentos, equipos médicos y preparación de personal. El enfrentamiento de desastres naturales a partir de los huracanes que azotaron Centroamérica y Haití en 1998-99, contó con el despliegue de brigadas médicas integradas por cientos de especialistas que posibilitaron una mayor eficiencia en el trabajo asistencial. Por otro lado, para la preparación del personal médico por parte de especialistas cubanos, entre 1976 y el 2005 Cuba fundó diez escuelas de medicina, especialmente en África. A ello se añadiría la creación de la Escuela Latinoamericana de Medicina en 1999, que ha graduado —junto a otras universidades cubanas— 36 962 médicos de 149 países, a lo que se sumó el Programa de Formación de Médicos venezolanos en el 2012, entre los proyectos de mayor envergadura. Una estructura más especializada se creó con la Brigada Henry Reeve en el año 2005, que ofreció sus servicios al gobierno de EEUU para enfrentar los efectos del huracán Katrina en New Orleans, ofrecimiento que no fue aceptado. Pero esta brigada ha cumplido hasta 2019 misiones en 22 países y en los años 2014 y 2015 jugó un importante papel en el control del Ebola en Africa. También se destaca su presencia en Pakistan, México, Ecuador, Haití, países afectados por grandes desastres naturales. Hasta la fecha, 10 mil cooperantes cubanos integran el Contingente y 4.156 de ellos ya cumplieron misiones en siete países. Hasta enero del 2020, Cuba ha colaborado con más de 600 000 especialistas en 160 naciones como ayuda en la esfera de la salud, fundamentalmente de forma gratuita. De esa cifra en este año permanecían trabajando 37 472 especialistas en 67 países. Actualmente 25 brigadas compuestas por alrededor 2000 especialistas están cumpliendo misiones de apoyo en 23 países en la lucha contra la COVID-19. Los resultados de toda esta colaboración se expresan en la realización de más de 1 940 millones de consultas médicas y más de 14 millones de operaciones quirúrgicas, que han salvado la vida a millones de personas. Este esfuerzo ha sido posible por la política desarrollada en Cuba que cuenta hoy con 95 000 médicos y 84 000 enfermeras, unido a una industria biotecnológica de nivel internacional. Los resultados del esfuerzo permiten que el país disponga de un médico por cada nueve habitantes, una tasa de mortalidad infantil de 4 x mil nacidos vivos y una esperanza de vida de 78.45 años, índices todos de un país desarrollado, superiores —incluso— a los propios Estados Unidos, a pesar del bloqueo que nos ha impuesto durante casi seis décadas. Toda esta hermosa historia resume lo que durante los últimos 60 años nuestro pueblo ha sostenido: el principio de compartir lo que tenemos y no lo que nos sobra. Eso se ha logrado educando a nuestros compatriotas bajo el principio — enarbolado por nuestro Comandante en Jefe— de que la solidaridad no es más que el pago de nuestra deuda con la humanidad, algo que se ratifica día a día en la actualidad para vergüenza de quienes nos atacan. La pandemia desatada por el coronavirus parece brindarle a la humanidad la oportunidad de entender, con crudeza, la diferencia entre el Estado y el mercado, entre los proyectos de justicia social, equidad y derechos para todos y aquellos que intentan mercantilizarlo todo, imponiendo un neoliberalismo salvaje. En definitiva, la diferencia entre la construcción de sociedades solidarias y justas y aquellas que hacen del egoísmo y el mercado el centro de su existencia. La COVID-19 ha demostrado la fragilidad de un mundo dividido y excluyente. Ni los más ricos y poderosos podrían sobrevivir en ausencia de quienes con su trabajo crean y sostienen las riquezas. Esta pandemia ha demostrado ser un reto de carácter mundial. Que  desconoce fronteras, ideologías o niveles de desarrollo. De ahí la necesidad  de una respuesta global y concertada, superando todo tipo de diferencias políticas. Es evidente la falta de solidaridad y cooperación, valores que no pueden ser sustituidos por la obtención de riquezas, motivación exclusiva de quienes, rindiendo culto al mercado, se olvidan de la trascendencia de la vida humana. Hasta este momento no se vislumbra la dimensión de sus daños y consecuencias. Los millones de infestados, los cientos de miles de fallecidos muestran su devastador impacto en un mundo cada vez más interconectado que, como expresara recientemente nuestro presidente, «no ha sido capaz de enaltecer esta interconexión de manera solidaria y hoy paga el precio de su incapacidad para corregir los graves desequilibrios sociales. Digámoslo con honestidad: si hubiéramos globalizado la solidaridad como se globalizó el mercado, la historia sería otra». A pesar del brutal bloqueo económico, comercial y financiero que Estados Unidos mantiene hace casi 60 años contra nuestro pueblo, bloqueo que causa millonarias pérdidas económicas y limitaciones para el desarrollo, el pueblo y el gobierno de cubano de manera modesta y sencilla continúa dando muestras de solidaridad a toda la humanidad. Incapaz de frenar la creciente solidaridad de Cuba ante el mundo, Estados Unidos toma represalias impidiendo que suministros médicos para combatir la pandemia lleguen a nuestro país, tal como sucedió con una donación del empresario chino y fundador del sitio web Alibaba, también ha rechazado la posibilidad de que el gobierno cubano adquiriera medicamentos y equipos médicos en ese país, no es un secreto que la Casa Blanca ha ejercido presión sobre algunos países para que no soliciten ayuda médica a Cuba para combatir la pandemia. Estas acciones han encontrado el rechazo y la condena de muchos. Estados Unidos ha seguido haciendo oídos sordos al creciente reclamo de la comunicad internacional de levantar el bloqueo y no le ha interesado ni siquiera la solidaridad con sus aliados en estos tiempos de pandemia. En instantes en que enfrentar globalmente la pandemia requiere impulsar la cooperación y estimular el importante papel de las organizaciones internacionales, particularmente la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), el actual gobierno de los Estados Unidos ataca al multilateralismo y busca descalificar y desconocer el liderazgo de la Organización Mundial de la Salud. Continúa, además, en su mezquina intención de aprovechar el momento para imponer su dominación y agredir a países con cuyos gobiernos tiene discrepancias. Mientras el imperio asfixia, condena, denigra, amenaza; los pueblos aplauden, admiran, enaltecen y dan su batalla en estos días porque se ponga fin a tan genocida bloqueo. La actual crisis humanitaria mundial ha levantado un movimiento que ha significado más de 200 declaraciones e iniciativas a favor de Cuba y contra el bloqueo emitidas desde decenas de países de todos los continentes y pronunciamientos de la Unesco y Caricom, por solo citar dos ejemplos. Emociona y llega hondo tanta entrega de nuestro personal de la salud: los que en estos mismos instantes, en otras naciones combaten la pandemia, los miles que desde hace años aseguran la vida de millones en 59 países del mundo, y las decenas de miles que hoy dan una batalla formidable contra el peligroso y mortal virus en todos los rincones de nuestra Patria. Para finalizar deseo reiterar las palabras de nuestro presidente Díaz Canel, en la Cumbre virtual Unidos contra la COVID-19, convocada por Azerbaiyán en su condición de presidente pro tempore del Movimiento de Países No Alineados celebrada el pasado 4 de mayo, cuando expresó: «Cuba no abandonará su vocación solidaria, aunque el Gobierno de los Estados Unidos, por razones políticas, continúe atacando y obstaculice la cooperación internacional que nuestro país brinda». En tiempos de la COVID-19, Cuba ha ondeado una vez más la bandera de la solidaridad internacional, haciendo honor a la vocación de la Revolución y siendo fieles al legado de sus dos grandes artífices: Martí y Fidel.   José Manuel Leyva Ventura Embajador de la República de Cuba en San Vicente y las Granadinas