Luiz Inácio Lula da Silva: El pueblo retorna al poder en Brasil - MPPRE

Luiz Inácio Lula da Silva: El pueblo retorna al poder en Brasil

Luiz Inácio Lula da Silva ganó el pasado 30 de octubre, en segunda vuelta, las elecciones presidenciales en Brasil, y este domingo 1 de enero tomó posesión, lo que representa el retorno del pueblo al poder político en el gigante suramericano y un avance geopolítico para los proyectos de unión suramericana.

Este logro de la izquierda en la región, ha sido una dura batalla contra la mediática internacional, el lawfare y la campaña de desprestigio emprendida por la ultraderecha bolsonarista.

En menos de tres años, después de salir de la cárcel, tras la persecución judicial que parecía apagar su brillo político y por la que recibió una condena que luego resultó anulada, Lula fue electo presidente de Brasil por tercera vez, en lo que consideró “un proceso de resurrección en la política brasileña. Intentaron enterrarme vivo y ahora estoy aquí para gobernar el país», dijo al salir victorioso en los comicios.

Lula venció con 51% al ultraderechista Jair Bolsonaro, para regresar a la presidencia que ya ejerció en dos mandatos consecutivos entre 2003 y 2010, confirmándose como el líder más popular e influyente del siglo del mayor país de América Latina, “un fenómeno político y electoral que debería ser de gran interés para el mundo», como señaló John French, profesor de historia en la universidad estadounidense de Duke y autor de una biografía sobre el líder revolucionario.

De tornero a dirigente sindical

Nacido el 27 de octubre de 1945 en Pernambuco, estado del noreste pobre de Brasil, Luiz Inázio fue el séptimo de ocho hijos de un matrimonio de agricultores analfabetos.

Entre su niñez y adolescencia, Lula fue vendedor callejero, lustrador de zapatos, repartidor de una tintorería y ayudante de oficina. Dejó la escuela a los 14 años y antes de los 20 se formó y trabajó en tornería mecánica, algo que con los años él mismo convirtió en una seña de identidad.

Esos años de sacrificios y búsqueda de oportunidades, que Lula suele evocar hasta en sus discursos, le han permitido sintonizar mejor que otros políticos con los votantes de bajos recursos y escolaridad.

Según ha contado el propio presidente electo, su verdadera pasión de adolescencia y juventud fue el fútbol: jugarlo y seguirlo por las noticias. La política no le interesaba mayormente, lo que comenzó a cambiar en 1969, cuando fue electo dirigente del sindicato de metalúrgicos de São Bernardo do Campo, un municipio obrero e industrial de São Paulo.

Da Silva entró a la vida sindical llevado por un hermano comunista y contra la opinión de su primera esposa, María de Lourdes, quien murió trágicamente en 1971, poco después de un año de matrimonio, por una hepatitis contraída durante su séptimo mes de embarazo.

Cada vez le dedicaba más tiempo a la actividad gremial y en 1975 fue elegido presidente de su sindicato, señal de un liderazgo en ascenso. Encabezó las grandes huelgas obreras organizadas a fines de esa década en la región industrial paulista, inesperadas en un Brasil bajo régimen militar (1964-1985).

El nacimiento de un líder

A comienzos de 1980 fue encarcelado junto a otros dirigentes sindicales sin mandato judicial. Pasó 31 días en una celda del Departamento de Orden Político y Social (DOPS) del gobierno militar, razón por la que ese mismo año se volcó de lleno a la política y fundó junto a otros sindicalistas, activistas sociales y católicos de izquierda el Partido de los Trabajadores (PT), que ha sido hasta hoy una organización de izquierda sin ideología única que forjó relaciones con distintos movimientos izquierdistas de América Latina, desde los más radicales hasta los más moderados.

Lula fue una figura central del movimiento que exigió el retorno de la democracia en Brasil. En 1986, lo eligieron diputado y luego de ser derrotado tres veces como candidato presidencial, en 2002 hizo historia al convertirse en el primer exobrero en alcanzar la cima del poder en su país.

Líder global

Ahora, su nuevo éxito electoral se debe en buena medida al dulce recuerdo que tienen muchos brasileños de los años en que fue presidente, que contrastan con las duras crisis que siguieron durante la gestión de Bolsonaro.

Brasil vivió durante sus gobiernos una bonanza económica impulsada por los altos precios de las materias primas. Millones de personas salieron de la pobreza y ascendieron a la clase media con programas asistenciales y educativos del Estado. En 2011, Lula dejó la presidencia con un índice de aprobación superior al 80%.

Medios extranjeros lo destacaron como la personalidad del momento. Fue un referente para la izquierda latinoamericana. Universidades alrededor del mundo lo distinguieron como Doctor Honoris Causa, y el entonces presidente estadounidense, Barack Obama, lo definió como «el político más popular del mundo».

Dejó un Brasil emergente, que había descubierto grandes reservas de petróleo y fue elegido para albergar el Mundial de Fútbol de 2014 y las Olimpiadas de 2016, durante la presidencia de su sucesora y correligionaria del PT, Dilma Roussef.

Relaciones con Venezuela

Durante sus primeros gobiernos, la amistad entre Lula y el Comandante Hugo Chávez llevó las relaciones entre Brasil y Venezuela al máximo nivel de cooperación y hermandad, con el impulso del Socialismo del Siglo XXI y la consolidación de la unidad latinoamericana.

Juntos reivindicaron a las mayorías históricamente excluidas en sus países, siendo uno de los puntos más altos de la articulación Lula-Chávez el rechazo al ALCA frente al expresidente de Estados Unidos, George W. Bush.

El camino construido por estos dos gigantes se vio afectado con la llegada del ultraderechista Jair Bolsonaro al poder en Brasil, quien se alineó con Estados Unidos para atacar al Gobierno Bolivariano de Venezuela, ahora encabezado por el presidente Nicolás Maduro.

Con la nueva elección de Lula como presidente se abre nuevamente la posibilidad de afianzar una alianza estratégica en beneficio de los pueblos, y como lo anunció el futuro canciller brasileño, Mauro Vieira, el país amazónico restablecerá relaciones con el Gobierno de Venezuela a partir del 1 de enero.

«Lo haremos el día 1 (de enero) enviando un encargado de negocios, para reabrir la Embajada y posteriormente nombrar un Embajador», dijo Vieira en una breve rueda de prensa.

En este sentido, recientemente el presidente Maduro nombró a Manuel Vicente Vadell como embajador de Venezuela en Brasil, donde iniciará su misión diplomática, tras la toma de posesión de Lula, para restablecer las relaciones bilaterales, suspendidas desde 2019.

Prensa MPPRE