Asociación Namibia Venezuela observa con preocupación ataques imperiales contra el pueblo venezolano - MPPRE

Asociación Namibia Venezuela observa con preocupación ataques imperiales contra el pueblo venezolano

La asociación Namibia Venezuela observa con gran preocupación como países como los Estados Unidos continúan atacando a las naciones libres e independientes como Venezuela para imponer sus intereses imperiales. A través de un comunicado publicado por esta organización señalan que estas acciones de sometimiento imperial se ven reflejadas por medio del bloqueo económico y la guerra mediática, armas guerrerista que busca la desestabilización de los pueblos. “En años recientes, hemos visto la guerra económica dirigida a Venezuela y ahora también a Irán. La justificación detrás de las intervenciones imperiales es crear las condiciones para forzar a los países a acceder a las demandas imperiales o a enfrentar el hambre”, reza el comunicado. A continuación el comunicado íntegro: La paz mundial no es sólo la ausencia de un conflicto armado, también incluye el derecho a la autodeterminación de la justicia social y económica. Hoy en día, nuestro mundo se encuentra en una crisis profunda debido a los altos niveles de desigualdad, los continuos conflictos violentos, incluyendo la violencia de género y la destrucción ecológica. Así que cuando marchamos hoy por la paz mundial, estamos conscientes que necesitamos construir un mundo muy diferente al que tenemos hoy en día. Las guerras y conflictos en África están devastando el continente y obstaculizando su desarrollo social y económico. Estas guerras son principalmente impulsadas por los intereses imperialistas y de la élite en detrimento de la gran masa de ciudadanos africanos. En países como Libia el imperialismo explotó las diferencias locales y comenzó una guerra para ganar el acceso a la materia prima. África se ha vuelto un mercado lucrativo para el complejo militar-industrial de occidente. Los recursos que deberían haberse destinado a la educación, salud e infraestructuras literalmente se gastan en satisfacer los intereses imperialistas y de élite. Observamos con gran preocupación cómo los países fuertes y poderosos continúan dando forma al mundo de acuerdo con sus propios intereses imperiales, que no tienen nada que ver con lo que lucha la gran mayoría de la población. Las formas que toman las acciones imperiales varían desde las acción militar directa a la guerra de poder y las sanciones económicas como arma de guerra. Países como Cuba tienen una larga experiencia en este tipo de intimidación y fueron expuestos a severas dificultades por atreverse a decir no a los dictámenes de un imperio. En años recientes, hemos visto la guerra económica dirigida a Venezuela y ahora también a Irán. La justificación detrás de las intervenciones imperiales es crear las condiciones para forzar a los países a acceder a las demandas imperiales o a enfrentar el hambre. El caso de Venezuela claramente ejemplifica esta estrategia. Luego de la elección de Hugo Chávez como Presidente a finales de 1998, el país se embarcó en una reforma progresiva la cual mejoró significativamente la vida de los pobres y demostró que la estrategia para un desarrollo alternativo es factible, lejos de las prescripciones neoliberales del Banco Mundial, del FMI y de la administración de Estados Unidos. Esta elección de una nueva política, junto con medidas redistributivas, colocó a Venezuela en un curso de colisión con la administración de los Estados Unidos, que ha tratado repetidamente de lograr un cambio de régimen y derrocar a los gobiernos elegidos democráticamente en Venezuela. Esto incluye el intento de golpe militar contra el presidente Hugo Chávez en 2002 y los continuos actos de desestabilización en los últimos 4 años. En marzo del 2015, el Presidente Obama declaró a Venezuela como una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos y desde entonces se han implementados un amplio rango de sanciones. No se dirigen solo a individuos específicos, sino que tienen implicaciones de largo alcance para la población. Las sanciones incluyen la prevención de pagos para las exportaciones del petróleo de Venezuela y el congelamiento ilegal de los activos que el país posee en el extranjero. Venezuela depende directamente de sus ganancias de exportación de petróleo para importar alimentos y medicamentos esenciales. Los economistas estadounidenses Mark Weisbrot y Jeffrey Sanchs han calculado que las sanciones de Estados Unidos han causado la muerte de 40.000 civiles venezolanos entre el año 2017 y el año 2018. En su informe reciente ellos apuntan que de manera adicional 300.000 venezolanos están en riesgo por la falta de acceso a las medicinas y tratamiento surgido directamente de las sanciones de Estados Unidos. Existen 4 millones de venezolanos con diabetes e hipertensión quienes dependen de las medicinas importadas para su supervivencia. Así, las sanciones actuales contra Venezuela son una efectiva sentencia de muerte para decenas de miles de civiles mientras que la falta de acceso a la comida importada contribuirá a la desnutrición y retraso en el desarrollo de los niños. Las sanciones contra Venezuela son armas de guerra que matan a miles de civiles. Nos mantenemos hoy en solidaridad con Venezuela para defender el derecho del país a la autodeterminación. Los ataques a la soberanía de Venezuela constituyen una grave violación a los más básicos y fundamentales principios de la ley internacional, y específicamente a la Carta de las Naciones Unidas. Demandamos el fin inmediato de las ilegales sanciones unilaterales y la violación del la ley internacional, impuesta en Venezuela. También demandamos una garantía del derecho de los venezolanos de encontrar soluciones a sus problemas a través de los acuerdos de paz y medios democráticos establecidos en la Constitución de Venezuela sin ser forzados por fuerzas externas. Esta será una contribución importante para lograr la paz mundial y para defender los derechos políticos, sociales y económicos ganados con tanto esfuerzo. Al igual que en el caso de nuestros hermanos y hermanas en Sudán y en otros lugares de nuestro continente, debemos extender nuestra solidaridad a aquellos que luchan por un mundo mejor y por el derecho a la autodeterminación.